Hechos 2: 3-4
Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Charla profética

Amigos, la Promesa del Padre ¡no llegó sin ser vista! No, la fuerza más poderosa en el universo, en la persona del Espíritu Santo de Dios, el Dios invisible jamás visto, estalló en la escena con tal despliegue de luz y sonido que ¡podría haber matado a los que lo recibían! ¡Pero no lo hizo! ¡Más bien lo que hizo, fue que encendió una ola espiritual! Sí, después de 400 años de silencio profético, con la venida y la llenura del Espíritu Santo, las ondas aéreas espirituales comenzaron a estallar en una charla profética que no ha terminado jamás, y por favor Dios, ¡que nunca termine! ¡Que no vuelva a haber silencio!
A pesar de eso, para tantos de nosotros en la larga y perturbadora calma de nuestros propios corazones, el silencio profético parece continuar. Decimos “Si Dios está hablando, ¿entonces por qué no lo escucho?” Si este eres tú, entonces ve con alguien hoy y dile “el Dios que habla a través de muchas lenguas, parece que no me habla a mí. Por favor, ayúdame a averiguar por qué”.
Reflexiona: “Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: Éste es el camino; síguelo.” Isaías 30:21
Ora: Señor, habla en mi quietud, mientras espero en Ti; acalla mi corazón para escucharte. Amén.

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