Monday, September 2, 2013

Sep | 02 | La roca

VIGILA

Jueces 17:6  
En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.

La roca

La gasolinera que está al lado de la cafetería en la que me encuentro en este momento, acaba de acordonar su explanada. No les queda gasolina. Todos los negocios grandes de los alrededores ya han vendido toda el agua que tenían. A esta temprana hora de la mañana, una joven pareja que está enfrente de mí, está emprendiendo su viaje hacia el extremo opuesto de la línea costera de Florida del Este. “No nos quedaremos para éste”, dijeron. “Aparentemente Francis puede ser mucho peor que Andrew”.

Escribí estas palabras de apertura en el año 2004. Hoy, la catástrofe de Katrina y la Atlántida de Nueva Orleáns tambaleándose ante la posibilidad de caer bajo las olas, son ya noticia vieja. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército no garantiza aún la invulnerabilidad de las protecciones reforzadas y reconstruidas, y es así que nuevos huracanes emergerán ahora y en las temporadas próximas, para preocuparnos a todos una vez más.

He pasado por muchas advertencias de huracanes, muchas vigilancias y muchos escapes, por muy poco. Sin embargo, la verdad es que durante mi primer huracán dormía y, créanlo o no, el huracán tocó la costa Sur de Inglaterra en 1987. La “Gran tormenta”, como se lo llamó, cambió gran parte del paisaje del sureste de Inglaterra por mucho, mucho tiempo. Katrina, inicialmente clasificada como un huracán categoría uno, tocó la costa Sur de Florida pocos kilómetros al Sur de donde vivíamos y sólo nos robó algunos árboles y unas horas de electricidad. Me fui a la cama y ¡dormí durante ese también! Pero ella nos engañó, ya que corto tiempo después, Katrina recuperó su fuerza y derramó su furia sobre miles y miles en Mississippi y Louisiana. Esos estados y las personas que los habitan no son, ni serán por un largo tiempo, los mismos.

La inestabilidad convectiva de segunda clase es una teoría muy conocida que explica cómo las tormentas pueden evolucionar y transformarse en huracanes. La inestabilidad convectiva de segunda clase (CISK por sus siglas en inglés) es un mecanismo de retroalimentación positiva, esto significa que una vez que un proceso se inicia, produce eventos que acentúan el proceso original, y el ciclo completo se repite una y otra vez. Así lo informa la Universidad de Illinois.

Dicha descripción sobre la formación de los Huracanes me resulta muy similar a las tormentas cíclicas del juicio y la redención que encontramos en el libro de Jueces. Lo que precede a este contínuo y cíclico abandono, juicio y dolor, llorando a Dios y Su redención por de gracia, fue nuestro versículo para el día de hoy en lo que se refiere a “Cada uno hacía lo que le parecía mejor”. ¿Lo comprendieron? Lo que precede a las tormentas del juicio es que “cada uno hace lo que le parece mejor”. Si alguna vez hubo un versículo que resumiera la situación de nuestra sociedad en esta generación, es este mismo. ¡Qué Dios nos ayude!

Todos tenemos nuestros propios huracanes individuales penetrando en la costa de nuestra alma, pero este es también un fenómeno mundial y global. En el Reino Unido, cada aldea, pueblo y ciudad tienen en el centro de la ciudad, un monumento conmemorativo para aquellos que murieron en la Gran Guerra y en la Segunda Guerra Mundial. La Primer Guerra Mundial, supuestamente la guerra que iba a terminar con todas las guerras, trajo sólo un período de veinte años de reconstrucción antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, la cual culminó con la introducción de la era nuclear con todos los horrores que la acompañaron. Desde 1945, el mundo entero ha estado asediado por el nacimiento de continuos conflictos. Hemos buscado la paz y hemos encontrado la guerra. ¡Quizá debamos reconocer que el mundo entero, todos nosotros, estamos atiborrados de las numerosas tormentas de pecado y que ahora, de hecho, estamos atrapados en una inestabilidad convectiva de segunda clase!

Antes de los huracanes, había estado deambulando por los pasillos en los negocios locales. Las estanterías estaban casi vacías, los dispensadores estaban vacíos y, sin embargo, el cielo siempre parecía celeste y el viento, suave y confortable, movía las hojas tropicales de las Palmeras Reales gentilmente. Fue la misma decepción con Katrina, sólo que el resultado fue mucho, mucho peor. Ese año una ciudad estaba desapareciendo, disolviéndose en el cieno tóxico de los desechos del hombre. Sin embargo, el sol brilló, el viento sopló y el cielo estaba celeste antes del comienzo de la destrucción. A pesar de toda la evidencia en contrario, el servicio meteorológico en aquel momento, y aún ahora, informa aún sobre más inestabilidad convectiva de segunda clase. En los trópicos se están formando tormentas que se transformarán en olas tropicales de depresión, algunas de las cuales se volverán huracanes de los más terribles rodando hacia las mismas costas destrozadas, ya sumergidas en devastación. ¿Qué debemos interpretar de estas cosas?

Primero, ¡No se dejen engañar por los cielos celestes! No se engañen pensando que todo está bien cuando es obvio que no es así. No dejen que una calma temporal los lleve a vivir en una insensatez ciega.

Segundo, ¡Busquen en su interior! Reconozcan las tormentas estacionales que han penetrado las costas de su vida personal durante todos estos años. Una parte de esta inestabilidad cíclica en sus vidas necesita ser desbaratada. ¿Se puede hacer, saben? ¡Ustedes pueden romper con los ciclos!

Tercero, ¡Cuidado! La humanidad ha instalado su propia inestabilidad cíclica que, en última instancia, la llevará a su propia destrucción. Hay sólo un lugar seguro para la gran tormenta que se avecina: La “Roca de la Eternidad” es el único lugar donde ocultarse.

Reflexiona: “Porque ya saben que el día del Señor llegará como ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: Paz y seguridad, vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como le llegan a la mujer encinta los dolores de parto. De ninguna manera podrán escapar. Ustedes, en cambio, hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad. No debemos, pues, dormirnos como los demás, sino mantenernos alerta y en nuestro sano juicio. Los que duermen, de noche duermen, y los que se emborrachan, de noche se emborrachan. Nosotros que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación; pues Dios no nos destinó a sufrir el castigo sino a recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Él murió por nosotros para que, en la vida o en la muerte, vivamos junto con él. Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.” 1a. Tesalonicenses 5:2-11

Ora: Señor, tenemos algo que es más seguro que la ciencia: Tu misma Palabra. Nosotros, los que antes estuvimos dormidos, nosotros, que ahora hemos despertado, comenzamos nuestra vigilia de huracanes aguardando tu venida y ese día terrible. Amén.


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