Monday, September 16, 2013

Sep | 16 | Bildad el fanfarrón

FE

Santiago 2:14-17  
Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.

Bildad el fanfarrón

Poeta, filósofo, ensayista y pensador ateo, T.E. Hulme nació un día como hoy de 1833. Un individuo beligerante (se rumora que fue expulsado de una de sus escuelas por usar una manopla de metal, ¡de esas de combate!) discurría y escribía, hasta que fue muerto en servicio mientras se desempeñaba como oficial de artillería en la Primera Guerra Mundial. Un comentarista escribe sobre su poesía y dice que tiene la habilidad de “traer la luna y las estrellas nuevamente a la tierra”. Me gusta eso.

Ustedes habrán escuchado el dicho que dice que “¡algunos cristianos están mentalmente tan cerca de lo celestial, que no tienen ningún uso en la tierra!” Por supuesto esto no es cierto, pero entienden el sentido ¿no? Recuerdo los tiempos del fundamentalismo, en que el término “Evangelio social” no sólo estaba mal visto, sino que era abiertamente criticado. Después de todo, nosotros los cristianos, somos portadores de un mensaje, que, luego de serias deliberaciones, determinará el eterno destino de los individuos. ¡Tenemos parte en la salvación de las almas! Nadie estaría en desacuerdo con ello, y amigos, mientras lo escribo, tiemblo. ¡Que tremenda comisión! Sin embargo, la aparente importancia y la conclusión absoluta de tal encargo, algunos dirían, es que no debemos enfocarnos en el cuerpo, dado que el cuerpo no es eterno y por lo tanto, cualquier enfoque en este asunto pasajero es una pérdida eterna, es simplemente, comida para los gusanos. ¡Hmmm!.

Fue Bildad, uno de los amigos de Job, uno que lo consoló, quien, cuando Job estaba en lo más profundo de su angustia, trató de elevar los ojos de Job al cielo y abrir su entendimiento a su propia maldad. Dijo Bildad: “¿Cómo puede el hombre declararse inocente ante Dios? ¿Cómo puede alegar pureza quien ha nacido de mujer? Si a sus ojos no tiene brillo la luna, ni son puras las estrellas, mucho menos el hombre, simple gusano; ¡mucho menos el hombre, miserable lombriz!” Job 25:4-6

Sí Bildad, todo esto es verdad. Sin embargo, Job responde en una forma majestuosa: Job lleva a Bildad más allá de la luna y las estrellas, y superando a James T. Kirk, con una frase trascendental va hacia donde “ningún hombre ha ido jamás”. Sin embargo, antes de eso, responde a Bildad con estas preguntas de sentido común “¿En qué ayudaste al que no tiene poder? ¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza? ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia? Y ¿qué plenitud de inteligencia has dado a conocer?” Job 26:2-3. En efecto, dice Job, “Oye, Bildad fanfarrón, ¡muéstrame tu fe a través de tus obras!”

Queridos amigos, en toda nuestra sistematización de la teología, en todo nuestro imaginativo desenvolver de discursos proféticos, en todas nuestras reglas y normas irrelevantes, en todas nuestras gloriosas reuniones, en todas nuestras contemplaciones celestiales y nuestra espera vigilante, tengamos cuidado de siempre traer la luna y las estrellas nuevamente a la tierra, porque dice Dios “¡muéstrame lo tuyo, muéstrale al mundo lo tuyo, porque la fe sin obras es fe muerta!”

Reflexiona: “Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.” Mateo 25:34-36

Ora: Señor, la necesidad es tan grande. Así y todo, has llamado a las multitudes a que Te siguan, escuchen Tus palabras, acaricien las puertas de Tu reino y entren. Luego Tú nos dices “¡Denles de comer!” Señor, ayúdanos; sácianos de fe y danos una docena de canastas para recoger las sobras. Por favor Señor, ayúdanos a traer a la ‘luna y las estrellas’ nuevamente a la tierra. Amén.

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