Friday, September 13, 2013

Sep | 13 | De Pastores chocolateros

DESEO

Salmos 16:11  
Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

De Pastores chocolateros

Tengo una confesión que hacer en el día de hoy. Necesito testificar, necesito quitarme un peso de encima, necesito hacer una declaración, una afirmación impactante y quizá, no estoy seguro pero quizá entonces, mi viaje hacia la recuperación, comenzará. Yo soy, amigos... ¡adicto al chocolate!

En un día como hoy en 1916, nació uno de mis autores favoritos: El galés Roald Dahl. En la Segunda Guerra Mundial, Dahl fue piloto de combate de la RAF (Real Fuerza Aérea) y voló en misiones en Siria, Grecia y Libia, siendo derribado y sufriendo serias heridas en el desierto libio. De hecho, tenía sobre su escritorio una parte de su fémur, que le había sido extraído en una operación, y que utilizaba como sujetapapeles.

A pesar de que Dahl provenía de un pasado de abusos y tragedia, fue el autor de algunas de las más famosas (e infames) obras de la literatura infantil, escribiendo libros y guiones de cine reconocidos en todo el mundo, tan variados como Los Cretinos, Chitty Chitty Bang Bang, e incluso, una película de James Bond, Vivir y Dejar Morir. Sin embargo, yo diría que su obra más conocida y apreciada es Charlie y la Fábrica de Chocolates, o la película basada en el libro titulado Willie Wonka y la Fábrica de Chocolate, donde el personaje principal, Charlie Bucket, un niño pobre que vivía cerca de la fábrica de chocolates de Wonka, la cual podía ver desde su casa, gasta todo el dinero de su cumpleaños para comprar las deliciosas barras de chocolate con la esperanza de encontrar uno de los cinco boletos dorados que “cambiarán la vida de aquéllos que los encuentren”. ¡Imagínense! Vivir, y tener a la vista tu deseo, y buscar con ahínco un simple boleto dorado que te dará acceso a experiencias que cambiarán tu vida, un boleto dorado que te sacará de la pobreza y desesperanza para llevarte, bueno ¿quién sabe adónde? Ciertamente, todo lo que el chocolate (rico, oscuro y simplemente, ¡mmmm!...) te da cuando lo pruebas.

Algunos de ustedes pensarán que estoy siendo frívolo. Sin embargo, aún John Bunyan, el más famoso de los escritores espirituales puritanos hacía que sus personajes ‘Cristiano’ y ‘Esperanzado’ fueran a los Pastores llamados Conocimiento, Experiencia, Vigilante y Sincero para recibir instrucciones. Estos pastores cuidan maravillosamente a sus rebaños en un lugar llamado las Montañas de las Delicias. Bueno, ¡obviamente este era un lugar de chocolate! Y mientras seguimos en el tema, la verdad es que con frecuencia me pregunto si el árbol del conocimiento del bien y del mal no sería, en realidad, ¡un árbol de chocolate!

Bunyan describe estos deliciosos objetos como montañas, las cuales pertenecen al Señor de la montaña y que están llenas de “Jardines y huertos, viñedos y fuentes de agua; donde también bebían y se lavaban, y donde comían con libertad.” Yo diría que Bunyan está tratando de describir la reunión de la iglesia local. (No, tampoco describe la mía). No obstante, imaginen, sueñen si prefieren, ¿qué pasaría si describiera a nuestras iglesias? Alguien, en un domingo cualquiera, podría ver esa sonrisa de chocolate en nuestros rostros y preguntar, “¿A dónde vas este domingo por la mañana?” “¡Oh!, me dirijo a las Montañas de las Delicias. ¿Quieres venir?”
Montañas de las Delicias. ¡Qué maravilloso! Aquí, el trabajo del Pastor es alimentar a los hombres con las delicias de Dios y no olvidarse de agasajar a los extraños. Aunque su tarea es también enseñar y prevenir a aquellos en el camino, luego de hacer eso, es su regocijo muy especial ¡el llevar a los peregrinos a un costado y, a través de un telescopio, hacer que su destino final llene sus ojos y sus corazones con alegría! Bunyan manifiesta que Cristiano y Esperanzado sostendrían, con temor y temblor, el monóculo inestable y que con la ayuda de los Pastores contemplarían las gloriosas y acogedoras puertas de su único y verdadero hogar: La ciudad Celestial Dorada. (¡Seguro que las calles estarán pavimentadas en envoltorios dorados de chocolate!)

Me pregunto si cada boleto de lotería, cada trago de whisky consumido por hombres cansados y cada dado de desesperación que es aventado, no es, en realidad ¿la búsqueda del, aparentemente, elusivo boleto dorado? O si cada apuesta colocada en un caballo de carreras, cada pastilla que se toma, cada inyección, el encuentro sexual prohibido pero excitante, cada intento de alcanzar la gloria, ¿no es más que un estirarse para alcanzar ese boleto? ¿Algo que, finalmente, sacará a los hombres desesperados de la oscuridad y hará que sus vidas cambien para bien, para algo mejor, para algo eterno, amén? Me pregunto.

Oh, Iglesias de Dios, Oh queridos amigos, Oh Pastores del Señor de esta autopista celestial, les ruego, les ruego que nos guíen a las pasturas del Señor de esta montaña; llévennos a las montañas de las delicias y dennos un atisbo del cielo, dennos boletos dorados. ¡Les hablo a ustedes Pastores, dennos hoy boletos dorados haciéndonos caminar entre las montañas de las delicias y dennos atisbos de la gloria que aún no ha sido revelada! Los Pastores con años experiencia y los que están experimentando, los Pastores conocedores y los sinceros, siempre darán a sus ovejas chocolate oscuro y rico, completamente envuelto en boletos de entrada dorados. ¿Qué clase de Pastor chocolatero eres tú?

Reflexiona: “Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: Señor, queremos ver a Jesús.” Juan 12:21

Ora: Jesús, Gozo del deseo del hombre, Sabiduría santa, Amor más brillante; atraídas por Ti, nuestras almas con aspiraciones vuelan hacia la luz. Palabra de Dios, nuestra carne se ha amoldado con el fuego de vida, luchando aún por la verdad desconocida, volando y aun anhelando morir alrededor de Tu trono. A través del camino que la esperanza guía, escuchamos la música apacible; donde el rebaño en Ti confía, y bebe del júbilo de las vertientes inmortales. De ellos es el más bello placer de la belleza; de ellos es el tesoro más santo de la sabiduría. Tú haces que los tuyos habiten en plenitud de delicias y gozo.

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