Monday, September 23, 2013

Sep | 23 | Doctorado para diáconos

SERVICIO

Hechos 6:1-3  
En aquellos días, al aumentar el número de los discípulos, se quejaron los judíos de habla griega contra los de habla aramea de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos. Así que los doce reunieron a toda la comunidad de discípulos y les dijeron: No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas. Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad.

Doctorado para diáconos

Solía visitar el seminario local para diáconos de manera regular. Jacks Diner es unos de esos lugares “muy norteamericanos” al que me encanta ir. Era tarde en la noche y este lugar de reunión, abierto las 24 horas, se antojaba para visitar. Me senté en una butaca de vinilo azul en la barra de fórmica blanca y me puse a observar la pequeña área de cocina. En cualquier momento, Al Pacino, quien era el chef de comidas rápidas, tomaría otra nota de papel, la cual había sido traspasada con furia por un viejo gancho de aluminio grasiento, ubicado debajo de la maraña de grandes lámparas infrarrojas color café, donde la comida prolijamente preparada, esperaba para ser llevada con toda rapidez por la muy arrugada, muy estresada, muy ocupada y recién entrada en años, camarera llamada Frankie.

Hasta donde yo sé, el seminario todavía está decorado con espejos mágicos de aluminio brillante, que reflejan las titilantes luces fluorescentes de color rosa y carteles de neón rotos, y no tan nuevos que dicen: “¡Coma en Jack’s!” La “J”, casi con seguridad, todavía titila de manera intermitente y llama la atención hacia ella.

Es común ver muebles de los usados en la comunión en el restaurante de Jack’s. En un costado hay dos cafeteras con Royal Blend que, milagrosamente, nunca se vacían y, eterna y lentamente, hierven a fuego lento. En verdad, la mezcla es tan poderosa que, aún el descafeinado, mantendría a un pelotón de aguerridos y cansados soldados despiertos durante, como mínimo, tres días con sus noches, y los dejaría listos para una guerra. El aroma del café zumba al unísono con las luces de neón. Muy pronto la Profesora Frankie entrará en el aula, con el cuaderno en la mano y comenzará la lección. Se trata de una danza repetitiva que ha realizado por años, y le ha sido de mucha utilidad tanto a ella como a otros, en verdad. Escuchen y aprendan:

“Hey, ¿cómo estás? Mi nombre es Frankie y soy tu camarera esta noche. ¿Cuál es tu nombre?”

Mascando chicle y con las manos sobre las caderas, la enseñanza continúa.

“¿Necesitas algunos minutos más, querido? Déjame traerte café mientras decides qué quieres”.

Se ordena la comida y luego con amabilidad, y de manera directa e intrincada se examina el pedido.

“Entonces, ¿cómo quieres tus huevos?” mjm.
“¿Papas fritas o al horno?” mjm.
“¿Gravy? ¿Ensaaa ensalada?” mjm.
“¿Salchicha o tocino?” mjm.
“¿Canadiense o americano?” mjm.

La entrega será rápida y estará caliente y llegará con una aseveración de la Profesora Frankie:

“¡Hombre, esto sí que huele bien! Me parece que me voy a servir un poco de eso yo misma!”

El tiempo de la comida nunca es en silencio:

“¿Más café, querido?” o “¿Está todo bien, querido? ¿Está rico?”

Unos ojos inquisidores parecen ver a través de mi tasa de plástico con manchas de color blanco desteñido y, de alguna forma, el café nunca llega más allá de medio vacío, y quiero decir ¡nunca! Lo que sea que sobre (y siempre sobra algo) es eventualmente retirado y la pregunta final es mencionada con delicadeza:

“¿Postre?”

Se prepara la cuenta y por respeto, se coloca boca abajo sobre la mesa y, con una sonrisa, Frankie se aleja revoloteando para servir a otra mesa. Ella no se pone a contar el dinero, o a inspeccionar su propina. Ella espera que seas honesto y que, si ella te ha atendió bien, seas generoso. Satisfecho y bien servido, me retiro.

“¡Vuelva pronto!”

Oh, lo haré Frankie, realmente lo haré.

Amabilidad, abundancia, calidez, consideración, cuidado atento y respeto, luego de años de servicio desinteresado, harán que cualquier diácono potencial obtenga un doctorado en cuidados. El seminario de Dios en Jacks Diner, junto con la Profesora Frankie, están abiertos y disponibles las 24 horas del día para continuar con tu instrucción. “¡Vengan todos ahora y aprendan un poco!”

Reflexiona: “Jesús los llamó y les dijo: Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20:25-28

Ora: Señor, enséñame a lavar pies y a servir mesas, a cuidar de los huérfanos y de las viudas. Señor enséñame la religión pura y sin mancha, la que es aceptable ante Tu mirada. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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