Tuesday, July 12, 2011

Jul | 12 | Los gloriosos doce

Palabra para meditar – VALOR

1 Corintios 9:26b
“No lucho como quien da golpes al aire.”

Los gloriosos doce

Hoy en Irlanda del Norte tiene lugar la controvertida y colorida celebración de la victoria de Guillermo III de Orange sobre el Rey Jacobo VII de Escocia y Jacobo II de Inglaterra, cuya agradable y verde tierra, fue teñida de rojo en 1690 en la batalla de Boyne, cuando instigados por el parlamento, le fue arrebatada, principalmente por las acciones valientes de la Caballería irregular de Enniskillen, y las tropas élites del mismo Guillermo, los Guardias Azules Holandeses. De hecho fue una confrontación muy colorida.

Con respecto a Guillermo III se ha escrito que “el peligro tenía el mismo efecto en él que el de una bebida fuerte, que abría su corazón, soltaba su lengua y hacía desaparecer toda apariencia de restricción, ya que una y otra vez se arrojaba hasta el mismo centro de la batalla, inspirando a sus tropas y avergonzando a sus observadores comandantes ¡especialmente cuando el disparo de un mosquete le dio a la pistola en su propia mano y otros disparos le volaron la suela de su bota! Se dice que Guillermo, quien iba a la cabeza de los Eniskilleneros mientras los guiaba a la batalla, les gritó “Caballeros, he escuchado mucho acerca de ustedes. ¡Ahora permítanme ver algo de ustedes!” Esta es la frase que quisiera que consideremos en esta noche.

En el año 2008 de nuestro Señor, mientras yo escribo hoy, la Iglesia del Dios Viviente en las Islas Británicas se va a pique como un estridente Boeing 747 en una aparentemente irreversible picada hacia el hambriento suelo y los grandes dientes de sus siempre elevadas rocas. Mientras tanto, dentro del fuselaje revestido de plástico, los cristianos que viajan en segunda clase comen y beben, cantan y aplauden, ruedan por el pasillo agitando sus piernas al aire, mientras que en primera clase, obispos bien vestidos y Evangelistas elegantes están todos hablando de dinero y de cómo (en nombre de la paz) matar la verdad sin que ésta grite tan alto. No importa, porque dentro de poco, el paladar duro del expectante paisaje se encargará de borrarlo todo cuando este avión explote en la tierra expectante. No importa, porque los observadores y los que esperan pronto llenarán el cráter y construirán una Mezquita sobre él, porque los Obispos ya han firmado la cesión de la propiedad y le han entregado las llaves.

Estoy harto de seminarios y ‘webinars’, de conferencias y de pláticas en cafés, donde las incesantes conversaciones siempre son una perorata de completa irrelevancia comparadas con la catástrofe que está por sobrevenirnos. Estoy harto de tanto hablar. En esta noche, no necesitamos ninguna guerra entre sectas, no necesitamos una confrontación religiosa con chalecos antibalas o antibombas; lo que sí necesitamos son otros doce buenos hombres gloriosamente comprometidos y otro Rey Guillermo para que detengan toda la habladuría y los guíe a la acción, porque Guillermo es un nombre conquistador, siempre lo ha sido.

Olviden a los llamados “¡Gloriosos doce!”. ¿Quieren ser apostólicos? ¿Quieren ser parte de otros gloriosos doce? Bien si así es, y si hay hombres de verdad escuchando en esta noche, entonces quizás escuchen a su propio Rey conquistador, herido y ensangrentado en la batalla, que les grita desde su caballo blanco de batalla, mientras sus cascos arañan el frío y quieto aire, y les dice “Caballeros he escuchado mucho de ustedes. ¡Ahora permítanme ver algo de ustedes!”

Medita: “Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.” Josue 1:7-9

Ora: Mi Gran Comandante, dame menos palabras y mucha más acción y permíteme rozar hombros con otros guerreros de acción y pasión. Amén.


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