Jueces 6:12
“Cuando el ángel del Señor se le apareció a Gedeón, le dijo: ¡El Señor está contigo, guerrero valiente!”
El renombramiento de la musaraña
Independientemente de lo que ustedes piensen de Gedeón, él era, al momento de recibir el mensaje que en esta noche tenemos como versículo, uno más que se escondía y temblaba ante las desenfrenadas hordas madianitas. Sin embargo, el ángel del Señor se le apareció e hizo una descripción del carácter y las acciones de Gedeón, que hasta donde nosotros sabemos, ¡no se parece en nada a su condición pasada o a la que tenía en ese momento presente! Aun así, él era, y por lo tanto seguiría siendo de acuerdo al ángel, no menos que un poderoso hombre de valor. ¡Qué maravilloso!
¡Me encanta la forma en que Dios trae a la escena cosas que no existen! Bueno, que todavía no existen. Especialmente gente. Así, Jacob el tramposo es llamado Israel, Príncipe con Dios, pero sinceramente, uno no ve nada de esto hasta muchos años después, cuando en su lecho de muerte está orando y profetizando sobre sus hijos. Lo mismo pasa con Saulo. Saulo, el cómplice de muertes y supongo que el instigador de la muerte de muchos otros, Saulo el Pablo, aunque fue inmediatamente comisionado como apóstol a los gentiles, al principio no cumplió por muchos años con este llamado. ¡Sin embargo, era un apóstol, aun en los callados, diligentes y contritos años de preparación! Dios dice y Dios llama y de seguro así se cumplirá.
Así que cuando Dios da un nuevo nombre a proyectos y a gente, a sueños y a visiones, estos nombres de seguro encierran mucho, mucho más de lo que estas cosas serán, y no de lo que en el presente son. Ciertamente, el futuro se parecerá poco al presente, sin importar el pasado. Sí, con un nuevo nombre y una declaración Divina, esa proclamación profética puede dar a luz a una esperanza y un futuro. Sí, con un nombre y una declaración, Dios puede convertir a una musaraña en un samurái y a un ratón en un magnifico caballero. Si no me creen, ¡pregúntenle a Rípichip!
Medita: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Luego les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.” Mateo 16:18-19
Ora: Señor, llámame a una vida resucitada y a un destino designado de un camino proclamado. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén.
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