Friday, July 29, 2011

Jul | 29 | Cómo no convertirnos en cristianos adictos.

Palabra para meditar – FORMACIÓN

2 Corintios 12:1-8
“Me veo obligado a jactarme, aunque nada se gane con ello. Paso a referirme a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe). Y sé que este hombre (no sé si en el cuerpo o aparte del cuerpo; Dios lo sabe) fue llevado al paraíso y escuchó cosas indecibles que a los humanos no se nos permite expresar. De tal hombre podría hacer alarde; pero de mí no haré alarde sino de mis debilidades. Sin embargo, no sería insensato si decidiera jactarme, porque estaría diciendo la verdad. Pero no lo hago, para que nadie suponga que soy más de lo que aparento o de lo que digo. Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara.”

Cómo no convertirnos en cristianos adictos.

Creo que fue Dallard Willard quien se refirió a la formación de Cristo en la vida de un discípulo, como “La meta desafiante de la vida cristiana”. Yo lo creo así. Porque en este lado del cielo, el aparentemente insalvable vacío entre nuestra real y declarada posición con Jesús en el altísimo, santificado y feliz cielo y nuestra experiencia de esa misma posición mientras caminamos aquí abajo por esta tierra, hace que el viaje sea muy difícil y es la causa de tanta risa burlesca que viene tanto desde dentro de la iglesia como desde fuera, especialmente a la fría luz del dolor, el pecado y la pérdida. Sí, es solamente la formación sólida de Jesús en el centro de nuestras vidas, en la mitad del camino de nuestra peregrinación terrenal, la que nos librará por siempre de esas risas que escuchamos a nuestras espaldas. Ciertamente, la formación de Cristo en nosotros es la única manera de cerrar la brecha de nuestra posición en Cristo y los hechos de nuestra experiencia aquí, bajo nuestro sol.

El crecimiento y la madurez espiritual llevan tiempo y una gran cantidad de ‘cincelado’. Nos encontramos en una jornada en la que a veces requeriremos de tiempo y enfrentaremos dolor, para movernos de una aparente observación a una adquisición de la experiencia de “Cristo en nosotros la esperanza de gloria”. Sí, les guste o no, en lo que respecta a nuestro crecimiento espiritual, estamos en un viaje que lleva tiempo y dolor. Por supuesto, todos nosotros, especialmente en los oscuros y solitarios valles de esta jornada espiritual, anhelamos un atajo, anhelamos un camino rápido, una vereda, por así decirlo, para librarnos de las dificultades que casi siempre van de la mano de una buena formación. Desafortunadamente no hay ningún camino rápido, ni un atajo. Permítanme repetirlo: “No hay ninguno”.

Mientras que en este lado del cielo este curso de formación espiritual no puede llevarse a cabo sin la combinación de tiempo y el doloroso cincelado, (y mucho más aparte de esto, quisiera añadir), no obstante hay una bendición tan llena de gracia y hermosura, que es tan preciada para nosotros que cuando la obtenemos ¡a menudo la confundimos con el anhelado santo grial del “camino rápido” para el crecimiento espiritual! Por supuesto que la bendición a la que me refiero son las visitaciones especiales de la presencia manifiesta de Dios.

Sí, a medida que el Espíritu Santo continúa su implacable tarea de formar a Cristo en nosotros para gloria de Dios el Padre, a veces tenemos el privilegio de recibir visitaciones especiales de la presencia manifiesta de “Cristo en nosotros la esperanza de gloria”. Algunas de las manifestaciones físicas de esta presencia manifiesta en nosotros, son a menudo tan poderosas y tan preciosas que se convierten para nosotros en puntos de referencia para un cambio de dirección, aun formando las mismas plumas de vuelo para las flechas que ahora tienen una dirección determinada. Estas manifestaciones son una bendición maravillosa y preciosa, pero lo digo nuevamente, (y amigos no se engañen), ¡no son formación espiritual!

Si hubiese un aspecto negativo para estas visitaciones de la presencia manifiesta de Jesús en nuestra vidas, sería que muchos de nosotros nos podemos convertir en adictos al azúcar espiritual, adictos a la excitación energética causada por la liberación de endorfinas cargadas espiritualmente, que a menudo estas visitaciones traen consigo. Claro que aquí hay un peligro, porque hay una multitud de ‘drogas espirituales’ que pueden producir un éxtasis semejante. No me malentiendan ahora, pero me atrevo a indicar que a menudo el diablo es el traficante en este diverso suplemento de ‘drogas’. Les digo amigos, que si continuamos experimentando el éxtasis de su presencia sin la profundidad de su contínua y desafiante formación espiritual, entonces han sido engañados y se han convertido en adictos en vez de discípulos y la desintoxicación para su recuperación, o los moldeará o los destruirá.

A menudo los rigores de nuestro viaje demandan, ni más ni menos, ¡la presencia manifiesta de Dios en nuestras vidas, en Sus muchas ministraciones! Sin embargo, estos tiempos no son las herramientas, ni tampoco el objetivo de nuestra formación espiritual, sino más bien, cohetes impulsores de bendiciones de inercia fresca, que aparecen en nuestras vidas y en última instancia se manifiestan en nuestra dirección ya cambiada y re-enfocada.

Entonces recuerden en esta noche, que tales preciosas y a menudo vitales visitaciones, pueden cambiar nuestra trayectoria y pueden aliviar un poco nuestro camino, pero nunca, y lo digo con toda certeza, nunca serán un “camino rápido” en nuestro viaje hacia la madurez espiritual. Sabiendo esto, ¡no te conviertas en un tipo de cristiano instantáneo, que anda buscando siempre los éxtasis espirituales! El diablo sabe cómo proveerte de esto, sin embargo, sigue adelante diariamente con todas las providencias de Dios, sabiendo que es Cristo quien obra en ti tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. Ten fe en este gran hecho.

Medita: “Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2ª Corintios 12:8-10

Ora: En este viaje nuestro, Señor Jesús, ¡aliméntanos con gracia suficiente! Y de vez en cuando, oh Señor, llévanos al cielo para que podamos tener un banquete de palabras inefables contigo. Lo pedimos en tu gran nombre. Amén.



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