Thursday, July 14, 2011

Jul | 14 | Sobre pocilgas y palacios

Palabra para meditar – PREDICAR

Hechos 16:14, 15
“Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa. Y nos persuadió.”

Sobre pocilgas y palacios

El gris alba rompió sobre la residencia de Selina, Condesa de Huntingdon. Al igual que Job en su vida, esta enfermedad parecía que sería su última enfermedad. Su capellán personal Jorge Whitfield quien había predicado en todas las casas de la Condesa a la mayoría de sus nobles amigos, ahora se dirigía a propósito hacia la ventana. Habiéndola abierto, se oyeron abajo las voces de miles de admiradores que en oración cantaban el final de este himno de súplica:

Conserva esta estrella en tu mano derecha
Corona sus esfuerzos con el éxito
Que entre los grandes pueda ella estar
Una testigo de Tu justicia
Hasta que muchos nobles se sumen a Tu séquito
Y triunfen en el Cordero que inmolado fue.

La Inglaterra del siglo dieciocho era un mundo brutal y duro para vivir. El alcohol y la pobreza resultó ser una mezcla malévola para las masas de las clases bajas y también habían muchos salteadores de caminos deambulando por los montes hasta Londres. La pobreza, la desigualdad y la borrachera se convirtieron en un cóctel estimulante de violencia. Sin embargo, no fueron solamente Whitfield y Wesley los que no le temieron a estos delincuentes, sino que amaban a las masas y le predicaban de Cristo a los pobres y olvidados. No, Selina, desde que se convirtió, había sido muy activa y compasiva con los pobres, visitándolos y orando por ellos en sus enfermedades con tanto amor y preocupación que cuando estos morían, le dejaban sus hijos a ella como un legado, ¡para que fueran cuidados por la Condesa!

Sin embargo, debemos recordar que ella no sólo se ocupaba de los humildes, sino también de los eminentes y poderosos. Selina visitaba la Corte Real con regularidad, hasta en una ocasión apeló directamente al rey por motivo del estilo de vida que llevaban el entonces Arzobispo y su esposa. Ella testificaba tanto en las pocilgas como en los palacios. Pero Selina era más que una buena benefactora. Era una mujer de gran visión, celo, valor, perseverancia, sacrificio, entendimiento y discernimiento.

La clase alta no se mezclaba con los inferiores en la educación, en la sociedad, en la salud o en los entretenimientos. El llamado de los predicadores evangélicos a la convicción de pecado, confesión y arrepentimiento puede haber sido bien comprendido y aceptado por las clases más pobres, pero en general, la rica nobleza lo rechazaba. Ciertamente, la entonces Duquesa de Buckingham no creía que la gente de “sangre azul” tenía que escuchar estas humillantes verdades. Con respecto a la entonces ‘creciente secta’ de los Metodistas escribió desdeñosamente lo siguiente: “Sus muy repulsivas doctrinas están fuertemente teñidas de impertinencia y falta de respeto hacia sus superiores, siempre tratando de igualar todos los rangos, y acabar con las distinciones. Es monstruoso que te digan que tú tienes un corazón tan pecador como el más común de los miserables que se arrastran por la tierra”. Hizo falta una mujer de valentía como Selina para que le expusiera las verdades de Cristo a tan arrogante pomposidad. Selina se daba cuenta del peligro ciego que estaba relacionado con su riqueza, pues muchas veces señaló acerca de sí misma que “le doy gracias a Dios por las palabras ‘No Muchos’* en 1ª de Corintios 1:26 donde dice ‘Hermanos, consideren su propio llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según criterios meramente humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna.’ ¡Gracias a Dios que dice no ‘muchos’, en lugar de ninguno!”

(*) Parafraseado para darle sentido en Español

“Se calcula que, como producto de los incansables esfuerzos de la Condesa de Huntingdon, se abrieron no menos de 200 capillas y misiones y está registrado que en 1828, cuarenta años después de su muerte, había unas 35,000 personas que asistían regularmente a estos lugares de adoración, los cuales eran atendidos por 72 ministros oficiantes”. Aunque por aquel tiempo los únicos lugares donde los hombres podían entrenarse para el ministerio eran Oxford y Cambridge, ¡la Condesa fundó la casa Trevecca cerca de Talgarth en Breconshire donde se formaron más de 150 pastores, desde donde fueron a predicar por toda Inglaterra y aun hasta las Américas! En verdad, aunque los misioneros que fueron enviados al sur del estado de Georgia en 1772, estuvieron allí para predicarle principalmente a los indios y para establecer un colegio para las naciones nativas Indias, estos fueron muy útiles junto con Whitfield en la conversión de muchos esclavos africanos en el sur. Después de su emancipación de la esclavitud se sabe que alrededor de 2000 de ellos se fueron a Sierra Leona en 1792. Al menos la mitad de estos hombres estuvieron relacionados con la Conexión de iglesias de la Condesa de Huntingdon y ciertamente, hoy todavía existe un grupo de iglesias de la Conexión en Sierra Leona y mantienen una relación con las pocas Capillas que aún permanecen en Inglaterra.

Pablo tenía a su Lidia, pero Whitfield tenía a su Condesa. Quizás hoy, muchos de ustedes Pastores, tienen necesidad de algún poderoso y piadoso patrocinador. Posiblemente nosotros deberíamos estar orando para que pesquemos más peces, ¡con dinero en sus bocas, misericordia en sus agallas e influencia en las puntas de sus dedos! Se cuenta una historia de un obispo que se quejó de los ministros de la Condesa, quienes habían creado algún tipo de sensación en su diócesis. Su Majestad ofreció una solución “Hazlos obispos, hazlos obispos” El prelado contestó: “Eso podría hacerse, pero por favor su Majestad, no podemos hacer un obispo de la Señora Huntingdon” En ese momento la Reina interrumpió “Sería una muy afortunada circunstancia si pudiera hacerse, porque ella los avergüenza a todos ustedes”.

Medita: “Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y que tienen parte en el mismo llamamiento celestial, consideren a Jesús, apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos. Él fue fiel al que lo nombró, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios. De hecho, Jesús ha sido estimado digno de mayor honor que Moisés, así como el constructor de una casa recibe mayor honor que la casa misma. Porque toda casa tiene su constructor, pero el constructor de todo es Dios. Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que Dios diría en el futuro. Cristo, en cambio, es fiel como Hijo al frente de la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros, con tal que mantengamos nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece.” Hebreos 3:1-6

Ora: Oh, Gran Apóstol, que seamos como Tú, fieles en todas nuestras citas, ya sea en una pocilga o en un palacio; que todos te puedan ver claramente en nosotros. En todas nuestras obras para Ti, oh Señor capacítanos a través de la provisión de grandes y piadosos benefactores. En Tu gran Nombre te lo pedimos. ¡Amén!

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