Sunday, May 1, 2011

May | 01 | Utilizar correctamente la anticoncepción, el aborto y el infanticidio

Palabra para meditar – MATAR

Santiago 1:15
“Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumido da luz a la muerte.”

Utilizar correctamente la anticoncepción, el aborto y el infanticidio

Por supuesto que el aborto y el infanticidio son los peores pecados de crimen masivo que afronta nuestra generación, y por supuesto que estoy en contra de cada uno de ellos en cualquiera de sus formas. Sin embargo, la anticoncepción es un animal totalmente diferente, y los “cómo” y los “porqué” están abiertos, me parece, tanto a la discusión como a la fe. No obstante, sí creo firmemente en la anticoncepción espiritual, en el aborto espiritual y en el infanticidio espiritual.

Nuestro texto de esta noche habla en primera instancia de las “relaciones” entre la tentación y el deseo, cuyo fruto es siempre el pecado y la muerte. Ahora bien, hablando del cuerpo, el mejor anticonceptivo es la abstinencia sexual; efectivamente, no hay mejor protección. Así que, de la misma manera, la mejor forma de anticoncepción espiritual es la abstinencia. Realmente es algo obvio: cuando llegue la tentación, ¡abstente! Cuando llegue la tentación, ¡corre como loco! Corre en tu corazón, corre en tu mente y, si es necesario, corre con tu cuerpo, incluso aunque tengas que huir desnudo. ¡Corre!

Sin embargo, si (hablando a nivel espiritual por supuesto) ya has cometido la travesura, entonces, mi amigo, has quedado completamente embarazado del pecado. Aquí no se necesita de una prueba de embarazo, no necesitas esperar para ver si te llega “el período”, porque cuando la tentación “tiene relaciones” con el deseo, estás embarazado de los gemelos pecado y muerte. ¡Garantizado! Aquí entonces sólo hay una opción: el aborto; matar el pecado; arrancarlo de tu vientre espiritual como la amenaza extraña que es. ¿Cómo? Bueno, debes confesarlo hasta matarlo y luego destruirlo con el arrepentimiento. Esa es la única manera de abortar el pecado.

Si no has podido realizar ese aborto espiritual, entonces las consecuencias de aquella relación van a comenzar a aparecer y a crecer de manera natural. Recuerda otra vez que estoy hablando a nivel espiritual, porque tengo que decirte que este pecado concebido jamás podrá darte vida. Siempre está (de hecho tú mismo te darás cuenta de ello) sosteniendo la mano de su hermana gemela ¡llamada la muerte! Y la muerte para ti, especialmente. En términos muy reales, muchos de nosotros hemos dado a luz a monstruos que nos traen muerte día tras día, succionándonos la mismísima vida del espíritu. Estos espantosos infantes también necesitan ser asesinados, y preferiblemente antes de que alcancen su enorme estatura que absorbe el corazón. ¿Cómo? Bueno, primero recuerda que hablo a nivel espiritual, porque ahora debes separarte del monstruoso objeto. ¡Sí! Debes dejarlo solo y especialmente, no debes alimentarlo. ¡Sí! Debes ignorar sus gritos, ignorar su llanto y sencillamente dejarlo morir. Aun más si puedes, (porque ¡oh Dios! ¡Cuánto mimamos nuestros pecados!) debes tomarlo por los pies y destrozarlo hasta que quede hecho pedazos. Cuando se trate del pecado en nuestras vidas, no debemos tener compasión.

Volquemos todo nuestro deseo en Dios y no demos pie a esta relación con la tentación. Mantengamos nuestra boca sellada, nuestros oídos abiertos y los dedos de nuestros pies, no extendidos, sino hacia delante, caminando firmemente sobre los mandamientos del Rey por su camino angosto y santo.

Medita: “Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida. No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, despues de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.” Santiago 1:21-25

Ora: Señor, ayúdame a ser un vaso de plata dorada en Tu casa, para lavar así los residuos de mis bordes purgándome bajo el agua viva de Tu Palabra. Hazme recto, santo y dispuesto para lo más glorioso que quieras hacer de mí, preparado para toda obra buena y que genere vida. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!

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