Tuesday, May 17, 2011

May | 17 | Sobre ‘aterrizar’ los sueños

Palabra para meditar – CREER

Proverbios 26:14
“Como la puerta gira sobre sus quicios, así gira sobre su cama el perezoso.”

Sobre ‘aterrizar’ los sueños

Quiero que te imagines contemplando el cielo nocturno lleno de estrellas titilantes y de color azul intenso, con la luna de un blanco ligero que apenas se ve; no hay ni una nube. Y allí, aparentemente flotando entre las estrellas, dando vueltas lenta e impotentemente como una nave espacial abandonada en los mares elevados del espacio, yace tu sueño. Es hermoso.

En ocasiones llevas a tus amigos afuera y los invitas a contemplarlo contigo, y señalando a lo lejos les dices: “Allí, ¿lo ven? ¡Ah! Y un día me gustaría encaramarme en la cabina de ese ‘bebé’ y traerlo a casa”. Luego, cuando tu cuello empieza a doler por la contemplación y la vasta distancia entre tú y tu sueño, la cual nunca se reduce, vuelves tus ojos hacia la copa de vino que tienes en tu mano izquierda y dices: “Sí, algún día”. Y tus amigos sólo sonríen, porque saben, como tú también, que nunca volarás en esa nave de los sueños y seguirá flotando en tu imaginación, sin tripulación y a la deriva, para siempre. Sí, es hermoso. Sí, es magnífico, pero es sólo un sueño en medio de las estrellas de la medianoche, porque el amor por sí solo es sólo eso, amor solamente. Para que los sueños aterricen, se necesita trabajar en ellos mucho más de lo que se habla de ellos.

La luz del sol, las nubes y los afanes del día, tienen la tendencia a reducir nuestros sueños, incluso a borrarlos de nuestro pensamiento por un buen tiempo; pero en algunas personas, la imagen de esa nave de los sueños no desaparece y empieza a dejar de ser una mera imagen en la retina para convertirse en un verdadero dolor en el corazón, porque al amor ahora le empiezan a crecer alas, y luego aparece el deseo, con la sola idea de hacer bebés y de dar a luz al sueño, a este sueño tan imaginado y anhelado.

Ahora, si el llamado sentido común y el consejo de los demás no extinguen ese dolor que te persigue, y no lo hacen rápidamente, el hecho de que el deseo se impregne de acción va a tener el efecto muy inusual de hacer crecer primero unos brazos; de hecho será tan así, que te darán la capacidad de estirarte hasta cruzar la atmósfera y de agarrar esa nave de los sueños; y sabes que al agarrarla, ese destello de determinación llamado fortaleza, pulido con la piedra de la testarudez, se une ahora al deseo fecundo y comienza un fuego, que de nuevo, de no ser extinguido por los gerentes bancarios, financieros y similares, ocasionará una transferencia mágica de la tierra a los cielos, y de repente... ¡allá estás! sentado justo en la cabina de esa nave de los sueños y volando en ella de regreso a la tierra. Tu sueño está aterrizando. Ahora es donde comienza el problema realmente.

Una vez empiezas a traer tu sueño de regreso, atravesando la roja atmósfera, atravesando las nubes montañosas, esquivando los truenos y relámpagos, bajando y bajando hasta penetrar el aire de la realidad hasta empezar a tener una visión del aterrizaje, oh Dios mío, desearías nunca haber traído tu sueño de regreso a la dimensión de la realidad. Porque la nave en la que estás volando parece, como sucede con los sueños decididos, ser una pesadilla antes que cualquier otra cosa. Es en este punto cuando el temor, las falsas lecturas, la soledad, el cansancio, las sonrisas sarcásticas y las personas negando con su cabeza han ocasionado que muchos viajeros llevados por sus sueños opriman el botón rojo de eyección, donde después de ser arrojados de la cabina a punto de estrellarse, de alguna manera pueden de forma segura pero muy bruscamente, aterrizar flotando otra vez y ver desde la distancia cómo sus sueños se estrellan y se incendian en el más profundo de los mares de los “te lo dije”, para nunca volver a ser vistos. No obstante, para aquellos lo suficientemente tontos para continuar, para aquellos suficientemente insensatos como para salir a empujones de todos los desánimos, para aquellos con el valor de sus convicciones, eventualmente la estabilidad empieza a surgir y con la estabilidad, la visión final de un aterrizaje seguro. Y bueno… cuando una nave compulsiva de los sueños visualiza el aterrizaje, entonces es que tienes un destino.

El peligro ahora es moderar la marcha, echar un vistazo por allá, o por acá tal vez, darnos la vuelta y ver lo que está sucediendo en otra parte y con todo este deambular por los cielos, el clima también empieza a caer y el destino sólido que una vez vimos tan claramente, en ocasiones ya no se acerca más, en ocasiones incluso se desvanece y se convierte en una silueta con fondo gris. En este punto lo más importante es recuperar el enfoque en la fe, porque lo único que tienes que hacer es creer que una vez que has visto tu destino, si te mantienes enfocado en él, vas a descubrir que es una línea que va directo hacia la zona de aterrizaje, y el hecho de recorrer paso a paso esa línea de enfoque lo único que podrá hacer será llevarte directo hacia cielos más despejados en donde la claridad de la esperanza será cada vez mayor y en donde empezarás a ver que tu destino, una vez más, se hace más grande frente a ti. No te distraigas. ¡Debes mantenerte enfocado! Debes seguir persistiendo.

Un día no muy lejano, con todas las llantas aseguradas en tierra y con las alas firmes hacia el horizonte prometedor, aterrizarás en el aeropuerto del “¡Lo lograste!”, en donde te deleitarás al máximo despojándote de la carga al lograr cumplir todos tus sueños.

Para que los sueños se conviertan en deseo, luego en empeños y luego en destinos y metas, primero debes emparejar tu amor con tu deseo, y luego, a ese bebé nacido con brazos largos, añadirle fortaleza, coraje, perseverancia, fe y esperanza. Sigue haciendo esto y muy pronto aterrizarás en el aeropuerto del “¡Lo lograste!”... ¡Te lo garantizo!

Medita: “Hermanos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. En verdad, consideramos dichosos a los que perseveraron. Ustedes han oído hablar de la perseverancia de Job, y han visto lo que al final le dio el Señor. Es que el Señor es muy compasivo y misericordioso.” Santiago 5:10-11

Ora: Señor, gracias por los sueños. Señor, concédeme la capacidad de convertir estos sueños en destinos y metas. Que la fuerza, el coraje, la perseverancia, la fe, la esperanza y Tu mano buena, maravillosa y desbordante, estén conmigo todos mis días. Te lo pido en el nombre de Jesús.

 

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