Sunday, May 29, 2011

May | 29 | El deleite turco de meditar en la obediencia

OBEDECER

Salmos 1:1-2
“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.”

El deleite turco de meditar en la obediencia

Nuestro versículo de esta noche habla del deleite. El deleite de una persona devota yace en la ley de Dios. Al ver por primera vez estas palabras, pareciera que al acercarnos a la lectura de la Palabra de Dios debiéramos estar siempre como con una expectativa inocente de Navidad. Cada vez que nos acercamos a ella, nos frotamos las manos con una sonrisa jubilosa y decimos: “Oh, papi, ¿es un regalo?”. O una vez que abrimos la piel de ternera negra, pasamos saliva porque sabemos que se transformará en una caja de deleite turco, brillante, cubierto de chocolate, rosado y fragante.

Desafortunadamente, no es el caso. ¡No! La mayoría de nosotros evitamos la Biblia como si fuera una plaga. De hecho, el tiempo que pasamos contemplando el flujo constantemente maloliente de aguas residuales morales que caen al suelo de nuestra sala provenientes de la cloaca abierta de nuestra televisión, es en comparación al menos cien veces más atractivo y consume cien veces más nuestro tiempo.

La Biblia no espera que nos acerquemos a ella con esa clase de deleite. Dios conoce nuestra volubilidad, nuestra maldad, nuestra tendencia a despistarnos fácilmente. No, el deleite que debemos tener en esta palabra, es que al acercarnos a ella, cuando finalmente lo hagamos, lo hagamos para devorarla en obediencia. El deleite aquí se entiende mejor como un deseo determinado por poner en práctica eso que se lee, se absorbe y se come. La leemos para obedecerla. Ese es nuestro deleite.

Así que la persona devota lee la Biblia para obedecerla. Sin embargo si lo único que quieres es reunir información, tal vez es que eres un estudiante, un profesor, un cínico, un buscador o incluso un comprador secreto, alguien que examina con detenimiento los estantes del supermercado de Dios, pero lo único grande que no serás, sí, lo único importante en lo que nunca te convertirás, es en una persona devota con todos los beneficios adicionales descritos en este Salmo. Entonces, para aquel que ama a Dios: leemos la Biblia para obedecerla, y obedecer a Dios es nuestro único y supremo deleite. Dime, ¿es así para ti en esta noche?

Medita: “Samuel respondió, ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros.” 1ª. Samuel 15:22

Ora: Señor, concédeme esta clase de actitud decidida y deliciosa: comer Tu Palabra para así estar listo para hacer Tu voluntad, oh Dios. Amén.


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