Saturday, May 7, 2011

May | 07 | Vecinos ruidosos y desagradables

Palabra para meditar – PAZ

Salmos 120:5-6
“¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar! ¡Ya es mucho el tiempo que he acampado entre los que aborrecen la paz!”

Vecinos ruidosos y desagradables

Probablemente no hay nada más destructor para el alma, nada más profundamente desconcertante para la paz del y en el hogar, que unos vecinos ruidosos y desagradables. Mi esposa siempre está regañándome por tener la audacia de ver a los ojos a la gente cuando voy por la calle y saludar. La razón de este regaño es la casi constante falta de reciprocidad. “Simplemente, no les importa”, me dice. “Bueno, a mí sí”, digo yo, y de inmediato al próximo extraño le digo: “Buenos días y ¡que Dios lo bendiga!”. Mi esposa sin embargo, sí tiene razón en algo después de todo. Justamente hoy estaba leyendo bajo el titular “Silencio o Urbanidad”, que un problema creciente en el Reino Unido es el de los “vecinos que nunca se hablan”, lo que a su vez está produciendo “un serio deterioro en las interacciones cotidianas, lo que está llevando a disputas innecesarias”. En otras palabras, esta falta de interacción social básica está generando vecinos más ruidosos y desagradables.

Recordando por supuesto la violencia que caracterizó al Rey David, es muy interesante notar a partir del texto de esta noche, que en su vida sucedían dos cosas, comunes para muchos de nosotros, y ¡era tener unos vecinos desagradables de los que anhelaba deshacerse! Ahora bien, David, siendo rey en el más antagónico de los tiempos habría podido recurrir a la conquista como medio para resolver esta dificultad; después de todo, no hay nada como un poco de aniquilamiento amable para deshacerse del problema. Sin embargo, a la 1 a.m. y aun cuando sigues escuchando los vocerones del vecino y te sientes como Genghis Kahn cuando está de muy, muy mal humor, la imposición de la muerte y el aniquilamiento no es la más amable de las opciones, ni una muy cristiana. Lo sé, es una lástima, pero ¡qué le vamos a hacer!
Si estás leyendo esto con los tapones puestos en los oídos, permíteme decir rápidamente que hay siete cosas por hacer frente a los vecinos ruidosos y desagradables, siendo ellas, la comunicación, la adaptación, la negociación, el aniquilamiento, la retaliación, el litigio y la mudanza.

Primero que todo: la comunicación. ¡Habla con tus vecinos! Diles en torno a un café, por encima de la barda o en una nota amable que dejes tal vez por debajo de la puerta, justa y exactamente lo que están haciendo, y el porqué, cuándo y dónde te gustaría que dejaran de hacerlo. Recuerda, ¡sé amable!

Segundo: la adaptación. Sí, tal vez también necesites doblegarte. Hacer arreglos para estar “fuera” cuando se realice el evento; subirle el volumen a tu televisor, aparecerte tú también en la fiesta. Sí, doblégate cuando puedas. Sé tan flexible como puedas.

En tercer lugar: la negociación. Por supuesto solo puedes hacer esto si hablan. Si la otra persona ve que al menos estás intentado adaptarte, entonces casi con seguridad habrá una oportunidad para la negociación.

Lo cuarto: el aniquilamiento. Tan sólo puse esto aquí para recordarte que ¡ésta no es una opción! Lo siento. Ni siquiera lo pienses. No lo contemples. No sueñes con eso porque te aseguro que en verdad no va a ayudar.

Quinto: la retaliación. ¡Ah! No hay nada mejor que despertar a los vecinos fiesteros, trasnochados y agotados a las 6 a.m. con un “Yo tengo un Amigo que me ama...” a todo volumen. Incluso hasta podrías pensar en invitar al Ejército de Salvación para que les dieran testimonio con sus clarines, panderetas y con un gran tambor. Ahora, esto puede percibirse como una retaliación, incluso como una venganza, y las dos pueden sentirse muy bien; pero en realidad no lo es. ¡No! ¡Es un simple intento por abrir nuevamente las negociaciones! Si ellos te han tenido despierto, entonces asegúrate de despertarlos cuando estén durmiendo.

Sexto: el litigio. Sí, esto no es agradable, pero te habrás dado cuenta de que es la sexta opción y no la primera. En ocasiones, lo único que puedes hacer es involucrar a autoridades de más alto poder. Fin del asunto. Llama a la policía. Llama a la sociedad encargada de abatir el ruido en tu ciudad. Llama al consejo local. Involucra a las autoridades. ¿Por qué tienen que hacer de tu vida una miseria?

Finalmente: la mudanza. Sí, ora con todo fervor a Dios para que tus vecinos ruidosos y desagradables se vayan. Si fuera necesario, comparte con las autoridades e incluso con la policía, ¡la fe y la esperanza que tienes en que esta oración tan específica va a ser respondida! Por supuesto, si en última instancia no encuentras la paz en tu vecindario y en tu casa, ¡entonces tal vez tengas que considerar seriamente el cambiarte de casa!

Amigos, los vecinos ruidosos y desagradables son un problema serio que experimentarán cada vez más, en este nuestro cada vez más egoísta mundo y tiene que afrontarse.

Oh, y tal vez estén interesados en saber que aparentemente son los escoceses los que ahora se considera que son los vecinos más amigables. A menos, por supuesto, ¡que ustedes sean ingleses! Es broma… ¡o tal vez no! De todas maneras díganme esta noche: ¿qué tan buenos vecinos son ustedes?

Medita: “‘Lo que ustedes deben hacer es decirse la verdad, y juzgar en sus tribunales con la verdad y la justicia. ¡Eso trae la paz! No maquinen el mal contra su prójimo, ni sean dados al falso testimonio, porque yo aborrezco todo eso,’ dice el Señor.” Zacarías 8:16-17.

Ora: Señor, concédenos a todos las noches más silenciosas, y danos a nosotros tus amados, ¡sueño! Amén.

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