Sunday, May 22, 2011

May | 22 | Dos judíos entre los cuales escoger

Palabra para meditar – ESCUCHA

Mateo 15:8-9
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón esta lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas.”

Dos judíos entre los cuales escoger


“Yo trabajo con palabras, y permítanme decir que éstas pueden ser herramientas útiles de camuflaje. Por ejemplo, háganme una pregunta constante que me tiente a quedar al descubierto, y con tan sólo unos cuantos adjetivos calificativos les entregaré una foto caricaturesca para su investigación, estimulación y curiosidad, mientras que el verdadero yo estará huyendo y escondiéndose en los bosques más profundos de mi alma. Tal vez nunca me encuentren, porque soy tan evasivo como el Yeti en los picos nevados de las montañas frías y azotadas por el viento, esas montañas de su búsqueda.

“Trabajo con palabras. Atáquenme y verán cómo me defiendo. En ocasiones con devastación violenta y verbal, pero con mayor frecuencia con una bomba de tiempo escondida en un regalo sorpresa, en una caja inquietante de chocolates, que explotará en su cabeza y mutilará su corazón después de la medianoche. Prefiero el terrorismo secreto de una palabra oscura, y hacer sutil alusión a su depravación, escondida en una ambigüedad agradable y pública.

“Trabajo con palabras. Acúsenme y escaparé del torrente en curso, les daré vueltas, encontraré su punto débil y haré de ello el verdadero centro de atención. Romperé sus costillas poniendo unas palabras en el lugar adecuado y sentirán el dolor para siempre.

“Trabajo con palabras. Búsquenme y hallarán un artista, cubierto de flores y plumas, destellando luces de sus cómicos vestidos de lentejuelas, con todos los colores de un arco iris formado por el sol sobre una cascada selvática al medio día. Soy diversión para sus espectáculos, y mientras ustedes se divierten, mi ser secreto se mofa de ustedes desde lejos. Ustedes, ciegos tontos.
“Trabajo con palabras. Palabras afiladas que como una navaja larga se deslizarán por la tierra negra y húmeda de su alma y encontrarán el tintineo de una mina terrestre, la difundirán y luego sí... los atraparé. Muy a su pesar.

“Trabajo con palabras. Palabras amables, palabras santas, palabras majestuosas, palabras nobles y palabras atractivas intelectualmente; palabras sobre las cuales cabalgaré lenta y certeramente; siempre más alto, subiendo en mi elevador, construido por el hombre pero que yo coloqué en el juicio de su mente. Me levantaré y lo agradecerán. Me respetarán.

“Trabajo con palabras. Trabajo con la destrucción. Coloco las bombas incendiarias de la insinuación en los sótanos especuladores de los grandes edificios, y como un pirómano enfermo, me quedo en medio de la multitud para contemplar el incendio.

“Trabajo con palabras. Soy un camaleón, soy el máximo hipócrita, el elegante fariseo emplumado del servicio del domingo en la mañana, al que vienen y pagan por ver.

“Trabajo con corazones. Mis palabras desnudan el alma, sutilmente, como una enfermera que cambia el vendaje lleno de pus de un paciente con quemaduras de tercer grado. Incluso es doloroso. Y me conocerán.

“Trabajo con corazones. Como un plomero sudoroso que arrodillado y mostrando su trasero balancea un soplete ardiendo sobre sus tuberías de plomo, frías y oscuras, yo quitaré la obstrucción, repararé la fuga, y con mi sudor, con mi sangre carmesí y de soldadura de plata, otra vez hallarán calor. Y me conocerán.

“Trabajo con corazones. Como un albañil con su mazo, desesperado y sin máscara o gafas protectoras, avanzando entre el polvo de ladrillo pulverizado, yo golpeo y derribo su muro hecho de ladrillos, en el que usted está muriendo sin luz, sin aliento, sin comida, esposado y torturado por las lúgubres visitas nocturnas del loco. Yo los rescataré. Los liberaré. Los alimentaré.

Quebraré los dedos del ladrón de la noche y no lo sentirán más. Y me conocerán.

“Trabajo con corazones. Recojo la basura que usted deja. Apilo sus desperdicios y los quemo delante de usted mientras se aprieta la nariz con un gancho de ropa. Yo soy quien inicia el fuego, el que hace la carne asada en su mañana en la playa, el que sonriente prepara la sopa, parte el pan en el fregadero, sirve el café caliente de la mañana, invitándolos a que después de frotarse los ojos, y se estiren, se paren firmes y respiren profundamente frente a la hermosa claridad del día. Comeremos juntos en la mañana. Y me conocerán.
“Hay una diferencia entre el Judío de la letra y el Judío del Espíritu. Disciernan la diferencia, y me conocerán”.

Medita: “Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente.” Romanos 2:28-29

Ora: Señor, que las perforaciones de mi lengua reflejen el corte de mi corazón, la mismísima circuncisión de mi alma descubierta plenamente delante de Ti. Señor, hazme trabajar con las palabras del Espíritu y no con la letra; que pueda yo ser un Judío completamente agradable a Ti, mi Jesús, Rey de los judíos. Amén.



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