Wednesday, February 2, 2011

Feb | 02 | Sobre la base del ‘bodyline’

Palabra para meditar – PERSEVERA


Hebreos 11:4
“Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía.”

Sobre la base del ‘bodyline’

Solía vivir a 10 minutos de caminata del campo de Críquet del Condado de Sussex. Hace mucho tiempo yo solía jugar como ‘bateador’, sin embargo, nunca llegué a jugar en otra posición, porque para mí ¡el críquet era uno de los juegos más aburridos del planeta! (por favor C.T. Studd perdóneme, ¡pero lo sigo pensando!). De cualquier manera, detrás del ‘rastrillo’ siento que la descarga de adrenalina de una pelota de críquet de 170gr. lanzada a gran velocidad hacia ti, te mantenía despierto, de alguna manera, durante todos los aburridos procedimientos y protocolos. Sí, tratar de evitar el ser lastimado por un objeto pesado que se mueve a gran velocidad, ciertamente mantenía tu atención. Eso es, a menos que tú fueras un bateador como el australiano Don Bradman, del pequeño pueblo de Bowral, en Nueva Gales del Sur, quien en las series Ashes de 1932-33 fue sometido a las infames tácticas de ‘bodyline’ por parte del equipo inglés, quienes, temerosos ante la posibilidad de una derrota por parte de los australianos, decidieron lanzar la pelota de críquet directamente hacia Bradman en vez de hacia el bateador. Verán, Don Bradman representaba una amenaza tan grande para el equipo inglés visitante, que debían quitarlo del camino. ¡Si esto resultaba en una lesión seria para él, no les importaba!

Dos años después del nacimiento de Bradman, un día como el de hoy pero en 1910, el pequeño pueblo de Bowral, NGS, también produjo otro hijo famoso, el Dr. Paul White, un misionero en África, quien se volvió tal amenaza para el enemigo de nuestras almas, que éste también quiso quitarlo del camino tan pronto como le fuera posible.

Paul White tuvo una niñez difícil luego de que su padre falleciera de meningitis. A pesar de que Paul contaba sólo con 4 años cuando esto sucedió, su padre, un soldado en la Guerra de los Bóers, por medio de sus exageradas historias sobre los saltarines guerreros Zulúes, ya había plantado en él las semillas del oscuro continente africano y del poder que residía en la narración de cuentos. Cuando joven, Paul, luchó mucho contra el asma y por un brazo roto, que no fue bien atendido cuando niño, y que le dejó cierta debilidad en su brazo derecho contra la que tendría que batallar durante toda su vida. Aun así, a la edad de 16 años se convirtió al Cristianismo y a pesar de no tener padre y de los inconvenientes mencionados, su perseverancia, sacrificio excepcional y trabajo duro lo llevó a convertirse en doctor, a casarse y finalmente, a dirigirse junto a su esposa, a África.

Mary, su primera esposa, quien moriría de Alzheimer años más tarde, sufrió de psicosis maníaco-depresiva crónica la mayor parte de su vida y sólo se mantuvo bien en África mediante la aplicación de tratamientos de terapia de shocks de insulina, peligrosos, y al decir de algunos, muy crueles. Finalmente, la psicosis de Mary forzó al Dr. Paul White a dejar la misión y a regresar a Australia. Sus sueños se habían hecho pedazos.

Mientras trataba de comunicar el Evangelio en África, Paul se percató de que sus habilidades comunicativas estaban lejos de lo que se necesitaba. Esto fue así hasta que él investigó su cultura, y sus tradiciones, adquirió la destreza de narrar historias, e incorporó todo esto a su forma de comunicarse. Notó que podía proclamar mejor las historias de Cristo cuando lo hacía en forma de parábolas, que resultaba mucho más accesible, cosa que en Tangañica (hoy Tanzania) era mucho mejor recibido y comprendido por sus oyentes. Sin embargo, ahora, al tener que regresar a Sidney con su esposa tan enferma, parecería que todos sus esfuerzos habían sido en vano. Las tácticas de bodyline del enemigo habían dejado a este hombre, a su familia y a su ministerio, en la ruina. Todo estaba perdido. Todo había sido un desperdicio.

Fue durante ese largo viaje a casa, luego de sólo tres años y medio en el campo misionero, que Paul se ocupó en convertir sus anotaciones médicas en un libro titulado Doctor of Tanganyika (El Doctor de Tangañica). A pesar de la falta de papel durante la 2ª Guerra Mundial, el libro fue publicado poco tiempo después y además de haberse convertido en un autor publicitado, novel y popular, se le ofreció trabajar para una estación de radio desde la cual dio nacimiento a las famosas historias del ‘Doctor de la Jungla’.

Paul atendió pacientemente a su pobre esposa Mary hasta su muerte en 1970, quien para ese entonces, hacía mucho que ya no reconocía a su esposo Paul, o a sus hijos. A pesar de que sufría de cáncer, Paul falleció de un ataque al corazón durante una cena en 1992. Una vida difícil. Y aun así, al igual que la vida de muchos de nosotros, la suya fue como un tapiz atribulado, enmarcado en un marco de plata con algo de brillo, pues sus libros del ‘Doctor de la Jungla’ han sido traducidos a más de cien idiomas, han sido grabados en cintas de audio y por muchos años han sido editados en forma de historietas. Sus tres años y medio en África, tan difíciles, dieron lugar a que millones en todo el mundo escucharan del Evangelio, y ahora, aunque ya ha fallecido, Paul sigue hablando de su Salvador a través de estas mismas historias del Doctor de la Jungla, nacidas bajo la coacción permanente de las tácticas de bodyline del enemigo. Tal vez, (sólo tal vez) ¡tu trabajo en el Señor no sea en vano! ¿Qué piensas?

Medita: “Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así!.” Hebreos 11:35b-38a

Ora: Señor, ayúdame para que siga los buenos ejemplos de los que ya se han ido, y que a pesar de las pruebas y vueltas que pudiera dar la vida, que yo persevere en mi llamado. Te lo pido en Tu glorioso nombre, ¡Amén!

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