Friday, February 4, 2011

Feb | 04 | Un hombre pleno, totalmente concentrado

Palabra para meditar – ENFOQUE

Juan 8:29
“El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.”

Un hombre pleno, totalmente concentrado

Estoy releyendo uno de mis libros favoritos llamado El Hombre que Confundió a su Esposa con un Sombrero y Otras Historias Médicas, por Oliver Sacks. Además de ser un genio como hombre y un escritor muy entretenido, frecuentemente, encuentro que sus análisis neurológicos tienen un profundo contenido espiritual y pastoral.

En la cuarta parte de su libro titulada El Mundo de los Simples, en la sección 22, cuenta la historia de Martín A., ‘un retrasado mental y erudito’ de 61 años, o como se lo conoce hoy de manera más apropiada ‘un autista erudito’ que fue admitido en la clínica de Sacks ya siendo un hombre mayor, y con la enfermedad de Parkinson. Cuando era pequeño había sufrido una meningitis casi fatal que era la causante de su retraso, impulsividad, convulsiones y algunos movimientos espásticos en una mitad de su cuerpo. No obstante, y debido a que el padre de Martín era un cantante famoso de la New York Metropolitan Opera, Martín había heredado habilidades musicales asombrosas, contaba con una sensibilidad musical y una memoria musical fotográfica totalmente vívida e impresionante!

Cuando Martín ingresó en la clínica experimentó una regresión y se volvió un niño sucio, agresivo y malcriado. Como consecuencia de ello no le caía bien a nadie y los enfermeros sabían que, de hecho, él se estaba matando, era como si algo en su interior lo estuviera carcomiendo, consumiéndolo hasta la muerte. Finalmente, Martín reveló la razón de su triste muerte inminente, diciendo: “Debo cantar, no puedo vivir sin ello y no es sólo la música, sino que sin ella no puedo orar. La música era para Bach el medio de adoración. Nunca he pasado un Domingo sin asistir a la iglesia, sin cantar en el coro. Primero fui allí con mi padre cuando fui lo suficientemente grande como para caminar, y continué asistiendo después de su muerte. ¡Debo ir! ¡Si no lo hago moriré!”

Desde ese momento en adelante, Sacks se aseguró de que Martín asistiera a la iglesia cada domingo y de que cantara en el coro. Sacks escribe que Martín “se volvió un hombre diferente…se recuperó, se recogió, fue real una vez más. Las pseudo-personas –el estigmatizado, el malcriado, el que hablaba sin pensar- desaparecieron, como también así, lo eidético, lo irritante y lo falto de emoción que había en él. La verdadera persona volvió a surgir, un hombre decente y digno, respetado y valorado ahora por los otros residentes. Pero la maravilla, la verdadera maravilla fue el ver a Martín cuando estaba cantando, o cuando estaba en comunión al escuchar la música con una concentración que rayaba en el éxtasis- ‘un hombre en su plenitud, totalmente concentrado’. Martín estaba, por decirlo con una palabra, transformado. Todo lo defectuoso o patológico se desvaneció y uno veía solamente concentración y ánimo, plenitud y sanidad”.
¡Oh, el tener la habilidad, la capacidad, la oportunidad para ser ‘personas plenas y poder concentrarse en algo totalmente!’ Hay un atisbo de cielo en esa frase. Hay un poquito de lo que está por venir, el regocijo y el enfoque de ser, sin ninguna clase de distracciones destructivas. El dolor que vemos en aquellos que amamos, la maldad expresada en el mundo, en nuestro mundo, la necesidad, el deseo, el deseo insatisfecho, la tristeza de, a menudo, años de oraciones que aún no han sido respondidas... sí, son esta clase de distracciones destructivas las que despojan a la mayoría de los Cristianos de llegar a experimentar plenitud. ¿Será una enfermedad el único camino para que lleguemos al éxtasis?

Creo que necesitamos volvernos siervos y ‘enfermarnos’; volvernos “locos por Cristo” pues quizá esto nos ayude en nuestro enfoque. Descubramos el deseo del Padre para nosotros, en dones, en oportunidades providenciales, en sacrificios y en hacer Su voluntad. Anhelemos esto con todas nuestras fuerzas y al hacerlo, busquémoslo a Él, a nuestro Señor, como lo harían sus siervos más voluntariosos. Él debe volverse nuestro motivo, nuestro placer, nuestra delicia. Estoy convencido de que sólo cuando tengamos esta ‘enfermedad’ de servicio, nos convertiremos en personas plenas, totalmente concentradas en lo que debemos. Vale la pena pensarlo. Vale la pena probarlo. ¿No les parece?

Medita: “Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles. Así mismo, el atleta no recibe la corona de vencedor si no compite según el reglamento. El labrador que trabaja duro tiene derecho a recibir primero parte de la cosecha. Reflexiona en lo que te digo, y el Señor te dará una mayor comprensión de todo esto.” 2ª Timoteo 2:4-7

Ora: Padre, aleja de mí todas mis ocupaciones y ayúdame a tener el enfoque correcto y a concentrarme totalmente en lo que debo. Te lo pido en el nombre de Jesús, ¡Amén!

 

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