Tuesday, February 22, 2011

Feb | 22 | La desaparición del graznido del pato

Palabra para meditar – ECO

2 Reyes 3:1-3“En el año dieciocho de Josafat, rey de Judá, Joram hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria, y reinó doce años. Joram hizo lo que ofende al SEÑOR, aunque no tanto como su padre y su madre, pues mandó que se quitara una piedra sagrada que su padre había erigido en honor de Baal. Sin embargo, Joram se aferró a los mismos pecados con que Jeroboam hijo de Nabat había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.”

La desaparición del graznido del pato

Me molesta la imagen simple, vieja y cursi de mostrar la vida como una piedra que se arroja a las quietas aguas del universo y cuyas ondas ocasionadas por el impacto, se alejan suavemente, formando círculos cada vez más grandes, y acariciando gentilmente a todos los otros que esperan con paciencia en la superficie del agua. ¡Por favor pásenme una bolsa para el mareo!

Es cierto, todos nosotros provocamos un efecto de onda en la vida y en el universo, pero mucho más importante que eso, ¡cada uno de nosotros tiene una “voz” que produce un eco! O sea, nuestras acciones, nuestras palabras, las intenciones de nuestro corazón, nuestra voz definitivamente se repiten a sí mismas como un eco ¡en enfoque, en fuerza y en un fervor que se contagia! A menos, claro está, que seas un pato.

Se dice desde hace ya mucho tiempo, que el graznido de un pato no produce eco. Bueno, por supuesto que sí tiene eco, el único problema es que uno no puede escucharlo porque la elongación silenciosa del sonido del graznido inicial cancela a las ondas entrantes y reflejas. Sabiendo eso, ahora pueden dormir más tranquilos esta noche porque, créanlo o no, ¡se ha invertido mucho dinero para investigar la aparente desaparición del eco del graznido del pato!

Todos sabemos sobre las hermosas cualidades iridiscentes del ópalo, que reflejan y refractan ondas de luz, que incluso pareciera que las absorbiera completamente. Basándonos en este efecto cristalino, fotónico y natural que parece absorber la luz, no quedan dudas de que el cristal fotónico producido en masa por el hombre, bien puede llevar a una nueva onda de poderosas computadoras alimentadas por luz. Ahora, de igual manera que un cristal fotónico puede absorber ciertas frecuencias de luz y reflejar otras, también los cristales sónicos pueden hacer lo mismo. Manifestaciones de este fenómeno sónico pueden escucharse en las raras propiedades acústicas de la “Galería de los Susurros” de la Catedral de San Pablo, en Londres, ¡donde se puede escuchar un susurro a 42 metros de distancia en el extremo opuesto de la Galería! o, quizá en la Pirámide Maya de Kukulkán, en Chichén Itzá, en la selva de la Península de Yucatán, en México, donde si uno se para a los pies de cualquiera de las escaleras que trepan las paredes exteriores y aplaude, el eco que se produce sonará como el piar de su ave sagrada, el ‘quetzal’, que es el espíritu del Maya encarnado en Quetzalcóatl, su dios con forma de serpiente emplumada. Interesante ¿no?

El redescubrimiento de esta extraña física acústica, donde las longitudes variables de las ondas de los sonidos interfieren unas con otras y se anulan entre sí, podría no solamente llevar a un medio ambiente urbano más apacible, sino también ser utilizado en la tecnología de sigilo militar, tal como el revestimiento de submarinos con pintura que absorbe los sonidos; o podría ser utilizada en la protección de nuestras ciudades contra los choques de ondas sísmicas. Todo esto es maravilloso, eso es seguro, pero para esta noche, ¡mi punto central en este fenómeno físico es el hecho de que las ondas de los ecos pueden anularse a sí mismas, y de hecho lo hacen!

Nuestra vida y especialmente nuestra voz producen una onda única tanto en el espacio como en el tiempo y en la dimensión espiritual. Al igual que las propiedades físicas de las ondas de sonido, no sólo nuestra vida, (la cual es nuestra propia voz distintiva) produce ondas sino (y más importante) puede producir ecos profundos. ¡De hecho lo hace! ¡La agitación de ecos de eras pasadas ondula a través de nuestras frías aguas, aún hoy! ¡Oh esas voces pasadas que, aunque muertas, aún nos hablan a nosotros hoy, fuerte y claro! No obstante, les digo, muchos de estos poderosos ecos que deberíamos estar escuchando hoy se han vuelto unos silenciosos ‘podrían haber sido’, porque lamentablemente, ellos han sido efectiva y verdaderamente anulados.

En nuestro versículo de esta noche vemos al noveno rey de Israel, el malvado Rey Joram, (cuyo nombre significaba ‘El Señor es exaltado) quien también hizo algunas cosas buenas. Sí, habiendo hecho amistad y habiendo sido influenciado y castigado por el propio profeta Eliseo, Joram produjo un poco de bondad en su voz. Sin embargo, esta voz estaba perdida, claramente, estaba anulada por su maldad continua.

Hay, para nosotros, una gran lección en esto esta noche, porque en el transcurso de mi vida he escuchado algunas voces magníficas, podría decir que las más grandes que jamás haya escuchado, volverse como el graznido del pato, una voz que es una triste caricatura de cartón con el pico color naranja, sin eco aparente. Esto ha sucedido porque el eco de sus voces ha sido apagado, usualmente, al fin de su viaje, por el pecado. Sí, los tontos, insensatos, lamentables, avergonzantes cristales sónicos del pecado han absorbido los que alguna vez fueran sus más gloriosos ecos. Ahora, ellos pasarán a la eternidad sin que nadie los recuerde. Ahora, ellos yacerán silenciosos en sus tumbas. Es muy triste.

Entonces, ¿qué hay de ti esta noche? ¿Qué hay sobre tu voz? ¿Crecerá más enfocada, más ferviente y fuerte, o, por los cristales sónicos del pecado se tornará en el simple sonido de un lamentable graznido de pato? Sí, recuerden esta noche, ¡que sus voces producen ecos! Por favor, ¡no los apaguen!

Medita: “Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía.” Hebreos 11:4

Ora: Señor, persígueme con los ecos de las voces de Tu pueblo, ahora, ya idas hace tanto tiempo. Déjame escuchar sus poderosas voces, todavía hablando fuertemente. Que yo pueda ser elevado y animado por sus ondas de fe. En cuanto a mí, Señor, haz que mi voz se vuelva más enfocada, firme, fuerte, robusta, y haz que su eco se escuche cuando yo también ya me haya ido. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.


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