Tuesday, February 1, 2011

Feb | 01 | La construcción de buenas reputaciones

Palabra para meditar – NUEVO

1 Samuel 22:1-2
“David se fue de Gat y huyó a la cueva de Adulán. Cuando sus hermanos y el resto de la familia se enteraron, fueron a verlo allí. Además, se le unieron muchos otros que estaban en apuros, cargados de deudas o amargados. Así, David llegó a tener bajo su mando a unos cuatrocientos hombres.”

La construcción de buenas reputaciones

Sé que ya he citado a mi predicador favorito, el Dr. J. Vernon McGee, diciendo que “¡Dios creó los jardines y el hombre las ciudades, pero a los pueblos pequeños, los creó el diablo!” El Dr. McGee hablaba de esta forma por su vasta experiencia como Pastor durante muchos años en un pueblo pequeño y él sabía que, verdaderamente, una vez que uno adquiría una mala reputación en un pueblo pequeño, la gente del mismo pueblo rara vez le concedía a uno, o a su familia, o a sus parientes, la posibilidad de cambiarla. La veracidad de esta observación me ha marcado por muchos años, y se ha manifestado, de manera muy perturbadora, en demasiadas iglesias con mentalidad de pueblo pequeño, donde al pueblo de Dios no se le permite experimentar el cambio profundo que se da en nuestro peregrinaje. Con frecuencia sucede que estas personas, que no gozan de tan buena reputación y a las que no se les permite el cambio, simplemente siguen adelante y en el mejor de los casos adquieren una reputación de ser “gitanos” espirituales, yendo de una iglesia a otra, y en el peor de los casos, nunca vuelven a entrar a una.

Sí, lamentablemente, muchas de nuestras viejas iglesias, a menudo están repletas de viejas tradiciones miserables. En Gran Bretaña se puede notar esto en lo que yo llamo ‘la Brigada del Té de las Tres’ y en los Estados Unidos en ‘¡el meticuloso y remilgoso matador religioso de ratones!’ Estos dos regimientos, estructurados y lamentables, llenos de terror y guiados por hombres de cartón o por mujeres que tratan de ser hombres, adoran la respetabilidad y lo agradable más que cualquier manifestación de virtud de la gente que ha sido sacada de sus pozos más profundos y oscuros por el mismo Jehová Sidkenu. Sí, a ellos eso no les gusta mucho, porque cuando Dios saca a una persona de un pozo hay mucho qué hacer con ella, lo cual implica invertir horas en la persona, y muchas veces, muchas, muchas veces, la persona recae en el fango del cual provenía y, en ocasiones, ¡viene maldiciendo al Dios que, a través de Su pueblo, estaba tratando de sacarlos! Sin embargo, el mismo Dios, cubierto en sudor, goteando grandes gotas de sangre, se asoma sobre el borde del pozo, y habla a esos ladrones allí abajo, para que se sostengan de Él y de Su redención, una vez y otra vez y otra vez. Verán, la santificación es un asunto complicado y la flor de la virtud verdadera es una rosa con muchas espinas. En un jardín tan florido, la mentalidad de pueblo pequeño no servirá en absoluto. ¡Simplemente no servirá!

Aunque muchas iglesias locales con frecuencia se comportan como esos pueblos pequeños con tanta restricción, no deberían hacerlo, pues ellas son mucho más que eso. Las iglesias locales deberían vivir lo que realmente son y doblemente, ¡porque en primer lugar, son una representación del Reino en una tierra muy peligrosa y en segundo lugar, son un magnífico suburbio de la misma ciudad de Dios! En otras palabras, las calles por las cuales transitamos deberían estar pavimentadas con el oro de la bondad de Dios. Deberíamos estar buscando el cambio en las personas, esperando y orando para que se produzca, creyendo en que Dios las cambiará y regocijándonos en Él al ver este cambio. Nuevos nombres, nuevas posibilidades, nuevos comienzos, nuevos horizontes, nuevos dones, nuevas esperanzas, nuevos sueños, nuevos destinos, todos frescos y brotando a borbotones de un pueblo nuevo y constantemente renovado. ¡Eso suena como un lugar excitante para vivir! Sí señor, ¡eso suena como el lugar ideal para mí!
Nosotros somos los hacedores de nuestras iglesias locales. Nosotros somos el pueblo de Dios que hoy puede comenzar a caminar por las calles de oro. ¡Se requiere fe para ver a los hombres por lo que pueden llegar a ser y luego, para hablarles en tiempo futuro, sobre la buena reputación de lo que el cielo les ofrece y que les pertenece en realidad (y les pertenecerá en la experiencia), por el imponente poder de cambio que hay en Jesucristo nuestro Señor! Cristiano, mañana y por siempre y para siempre, amén, ¡te animo a que tengas la fe y la visión para tratar con el pasado de las personas, pero mucho más con su futuro! ¡Paremos todo el activismo y concentrémonos más en traer a la gente a Su reino!

Medita: “¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1ª Corintios 6:9-11

Ora: Señor, ayúdame para que me vea a mí mismo y a los demás vestidos en Tu justicia, tanto amándola como viviendo en ella, ¡Amén!

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