Saturday, February 12, 2011

Feb | 12 | La única raíz necesaria

Palabra para meditar – RAÍCES

Mateo 13:20-21
“El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría; pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella
.”

La única raíz necesaria

“Quienquiera que esté desarraigado, desarraiga a otros. Quien tiene raíces firmes en sí mismo, no desarraiga a los demás”. Así dice Simone Weil mejor conocida como “La Mística Loca” y, por supuesto, creo que está en lo cierto.

No quiero desacreditar a Simone, esta mujer de inteligencia fenomenal y convicción valerosa, pero su misticismo estaba, diríamos, bastante “arraigado en un amplio contexto espiritual”, más que en el Cristianismo en sí. Weil falleció a la edad de 34 años, durante la II Guerra Mundial. Ella estaba trabajando apasionadamente para la ‘Francia libre’, permitiéndose comer solamente la ración de comida que los alemanes imponían sobre la Francia ocupada. Habiendo sido diagnosticada con tuberculosis, Weil empezó a comer aún menos. Después de su fallecimiento se determinó que se había suicidado dejándose morir de hambre, mientras su mente se desequilibraba. Es altamente probable que Simone sufriera de un grado avanzado de anorexia.

El último trabajo de Weil antes de su muerte, se tituló ‘La Necesidad de echar Raíces’. En este libro Simone se refiere al pasado de su derrotado y desposeído país, Francia, y propone y planea una manera intrincada para el futuro de su país al término de la II Guerra Mundial. Ese es el contexto del cual he tomado su observación más interesante sobre las raíces: “Quienquiera que esté desarraigado, desarraiga a otros. Quien tiene raíces firmes en sí mismo, no desarraiga a los demás”. Creo que de alguna forma, se alínea con alguna de las observaciones de Karl Barth sobre el amor de Dios, donde él dice que debido a que “Dios está arraigado en Sí Mismo, Su amor es un fluir de esencia que Él vuelca hacia nosotros” (Dogmas de la Iglesia p. 273).

Ahondando sobre estas dos proposiciones de Weil y de Barth, me pregunto si es correcto decir que las personas que tienen raíces en la integridad, rebosan dando vida, y las personas que no tienen raíces, no solamente palidecen y mueren en sí mismos, sino que al igual que un hombre que se está ahogando se aferra a su salvavidas, tratarán de aferrarse con dedos de acero, llenos de temor, enojados, en busca de poder y satisfacción del alma, a ese sentimiento de plenitud que tan desesperadamente desean poseer para ellos mismos. Creo que hay algo meritorio en mi pensamiento porque Jesús alude a este mismo hecho, no sólo como una calamidad natural de cultivar trigo en este mundo caído, ¡sino también como un acto de guerra total por parte del gran enemigo de nuestras almas contra la iglesia de Cristo! ¿Qué podemos decir sobre esto?

Primero, que debemos asegurarnos de que tengamos raíces dentro de nosotros lo cual se da en la plenitud de Dios. La raíz está dentro de nosotros pero el fruto está fuera, se derrama desde nosotros, cuelga, chorreando un jugo suculento y listo para ser arrancado de las ramas colgantes de los árboles. Siempre, siempre, queridos amigos, miren a sus propias raíces y luego miren a sus propios frutos.

Segundo, que el ahogo del mundo e incluso de maestros en la iglesia, (que los hay, ¡y muchos!), es más indicativo de el estado de ellos mismos que del de ustedes. La cizaña y la preocupación por las cosas de este mundo, siempre querrán ahogar los árboles cargados de frutos de Dios. Sean sabios en estas cosas, porque ustedes se darán cuenta en su espíritu cómo se siente estar áridos y también, ¡como se siente ahogarse con la cizaña condenatoria, criticona, y hambrienta de poder que parece arrancarte la vida! Conozcan la diferencia. ¡Corrijan ambas!

Medita: “Jesús les contó otra parábola: El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: "Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?" "Esto es obra de un enemigo" , les respondió. Le preguntaron los siervos: "¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?" "¡No! —les contestó—, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba, y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.” Mateo 13:24-30

Ora: Señor, líbrame de los constantes afanes de este mundo y de la cizaña del enemigo. Coloca un terreno suave bajo mis débiles raíces, y a mis retoños de árbol joven, dales suaves lluvias de primavera y una muy suave luz de sol; Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.



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