Sunday, February 27, 2011

Feb | 27 | Una consideración sobre el destino, o salvar y moldear

Palabra para meditar – CRECE

Lamentaciones 1:9
“Sus vestidos están llenos de inmundicia; no tomó en cuenta lo que le esperaba. Su caída fue sorprendente; no hubo nadie que la consolara. ¡Mira, SEÑOR, mi aflicción! ¡El enemigo ha triunfado!”

Una consideración sobre el destino, o salvar y moldear

Los comerciales actuales de la televisión me dicen que con el costo de una taza de café por mes, puedo ayudar a salvar la vida de diez millones de niños cada año. ¡Eso es impresionante! ¡Es maravilloso! Sin embargo me hizo pensar en ¿qué harían esos países con diez millones de niños más, por año?

No hay duda de que la vida debe ser preservada, y más si esto se consigue a un costo tan bajo. Sin embargo hacer solamente eso no es suficiente, porque los desafíos para salvar vidas en este momento son enormes.

Ayudé a mi esposa a iniciar y manejar un Centro para Mujeres Embarazadas que estuvieran enfrentando una crisis, y dí consejos a algunos de los extraordinariamente jóvenes padres, por eso sé que las vidas que se salvan del cuchillo de un abortista, aunque preciosas y maravillosas en sí mismas, no obstante presentan a los padres, al resto de la familia y al estado, con algunos desafíos importantes en relación con la manutención, el cuidado, el entrenamiento y el parto. Sí, por supuesto que debemos salvar la vida de todas las personas creadas a imagen y semejanza de Dios, pero no termina ahí, ¡no puede terminar ahí! Es sencillo marcar una línea recta con una cuerda desde un punto de partida a uno de llegada, pero si todo lo que tienes es el punto de partida, entonces lo que tienes realmente es una cuerda que no va a ninguna parte. Debemos tener un punto de llegada.
En la iglesia tenemos el mismo problema. En ocasiones, tenemos el privilegio de ver a la gente salvarse en medio de nosotros, pero en realidad no tenemos el final del juego para ellos. Si el tener a Cristo formado en nosotros es simplemente una cuestión de hacer que la gente lea la Biblia algunos minutos por la mañana, que esté presente en todas nuestras reuniones, se siente y escuche, haga silencio y pague, entonces nosotros no tenemos el final del juego, no tenemos un destino sobre el cual prender con alfileres nuestra línea.

Por lo común, esto sucede en la iglesia porque nosotros como individuos no tenemos un destino, me refiero a un destino personal. No estamos viajando por una línea recta desde buenos comienzos hasta destinos que hemos visualizado. Si ese es el caso para la mayoría de nosotros entonces, ¿cómo podemos ayudar a otros para que encuentren y persigan su propio destino en Jesús?

Me parece que si salvas una vida, también tienes la obligación de moldearla. Eso es lo que pienso y de acuerdo con ello, les dejaré estos pensamientos desafiantes esta noche: ¿Hacia dónde van? ¿Cómo van a llegar hasta allí? ¿Cómo están moldeando su propia vida, al igual que la vida de otros por los cuales, de alguna forma son responsables? O sea, qué están haciendo? Consideren su propio destino, como así también aquél de aquellos a quienes ayudaron a traer a la vida, porque si no lo hacen, el colapso que sufrirán tanto ustedes como esos individuos será terrible, ¡y el enemigo es quien será exaltado cuando eso suceda! Entonces, ¿cuál es tu destino en la vida? Búscalo, encuéntralo y luego... ¡vé tras él!

Medita: “Mira, SEÑOR, y ponte a pensar: ¿A quién trataste alguna vez así? ¿Habrán de comerse las mujeres a sus hijos, fruto de sus entrañas?” Lamentaciones 2:20a

Ora: Señor, ayúdanos a visualizar un destino, tanto para nosotros como para aquellos a quienes hemos dado vida; que podamos orar y planear, sembrar y cosechar, pararnos y mantenernos en la senda que Tú has elegido y dispuesto para que nosotros crezcamos en ella. Ayúdanos a ser sabios respecto a esto, para que nunca tengamos que terminar consumiéndonos a nosotros mismos con cosas irrelevantes, y acabando con nuestra propia ‘descendencia espiritual’ por causa de una vida sin dirección e improductiva. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.


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