Monday, February 28, 2011

Feb | 28 | Comerciando por Transjordania – sopesando el principio de La Ponderosa

Palabra para meditar –LO MEJOR

Deuteronomio 3:19
“En las ciudades que les he entregado permanecerán solamente sus mujeres, sus niños y el mucho ganado que yo sé que ustedes tienen.”

Comerciando por Transjordania – sopesando el principio de La Ponderosa

Las tribus de Rubén y Gad y mitad de la tribu de Manasés eran ganaderas y tenían mucho ganado. Quiero decir, rebaño sobre rebaño de ganado mugiente; en otras palabras, ¡todos ellos unidos tenían más ganado del que el rancho La Ponderosa jamás podría manejar! Ahora, esta propensión a coleccionar vacas fue impulsada y favorecida por el hecho de que la tierra por la cual estaban vagando, la tierra en el lado equivocado del Jordán, de hecho era la mejor tierra posible para el ganado. En términos de producto y posesión, ellos estaban exactamente donde debían estar, ¡especialmente desde que habían eliminado al último de los gigantes!

Los hombres más valerosos de estas tribus se acercaron a Moisés con una proposición de negocios que, en términos sencillos, decía lo siguiente: “Permítenos permanecer aquí, y que nos establezcamos aquí, y que mantengamos a nuestras esposas y a nuestro ganado aquí; luego nosotros cruzaremos el Jordán con nuestros hermanos, totalmente armados, hacia la tierra prometida y pelearemos junto a ellos hasta que tomen posesión de ella”.

Ahora, digo que eran hombres valientes y lo eran, porque Moisés ya había visto caer a una generación completa en el desierto durante los últimos cuarenta años, y sabía que su titubeante corazón, débil en la fe, había sido llevado anteriormente y muy fácilmente hacia la incredulidad, ocasionando que una maldición de un Dios enojado cayera sobre la congregación. Moisés estaba muy al tanto de la necesidad de corazones fuertes y no iba a tolerar a nadie que pudiera debilitarlos y traer una maldición sobre todo Israel. Sí, llevó un tiempo convencer a Moisés y hubieron negociaciones sobre Transjordania, pero finalmente, su deseo les fue concedido.

Aquí en nuestro versículo, luego de cuarenta años, la Tierra Prometida está abierta para que el pueblo de Dios tome posesión, o quizá debería decir, ¡el pueblo de Dios está ahora abierto para tomar posesión de la Tierra Prometida que les ha sido dada! Ahora Dios les está recordando, a las 2½ tribus de ganaderos que se han establecido, de su compromiso de ir y luchar, y al recordarles esto, ¡hace mención de la base de su negociación inicial! En realidad es bastante gracioso porque creo que Dios está diciendo: “No nos pongamos a negociar otra vez, por favor. ¡Ya sé que tienen mucho ganado! ¡Caramba! Entiendo, ha sido acordado, ahora por favor, ¡no sigan con eso!”

Ahora, además de que este versículo me ha hecho reír esta noche, hay tres cosas muy importantes para recordar aquí:

Primero, que estas 2½ tribus no fueron condenadas por su elección de poseer la tierra. ¡No era lo que se les había ofrecido originalmente pero era lo que ellos deseaban, tenían razones legítimas para desearla, la pidieron, negociaron y la obtuvieron! Dios no los condenó por esto.

Segundo, que otras tierras les fueron asignadas a otros descendientes de Abraham, por ejemplo, los descendientes de Lot tenían títulos espirituales que resultaron en posesiones materiales, esto no era negociable. Sin embargo, esta tierra que antes perteneció a los gigantes, esta tierra buena para el ganado estaba, espiritualmente hablando, disponible “para el que la tome” y ellos la tomaron.

Tercero, que hay algo de gracioso en las promesas de Dios. No sé si esta fue la mejor elección para las 2½ tribus o si fue una mejor elección para ellas que la elección inicial de Dios. Sin embargo sé que su negociación sobre que tenían mucho ganado era legítima, estuvo bien presentada ¡y fue bien recordada por el propio Dios!

Quizá esta noche, ustedes también tengan algunas razones legítimas para pedir a Dios algo que inicialmente no les fue prometido y que quizá esté disponible ‘para el que la tome’. Si este es el caso, entonces quizá es momento de acercarse a la mesa de negociación de Dios y comenzar a “presumirle”. ¿Quién sabe? Podrían obtener lo que están pidiendo, ¡y puede que sea algo muy bueno, realmente!

Medita: “El SEÑOR también me dijo: "No ataquen a los moabitas, ni los provoquen a la guerra, porque no les daré a ustedes ninguna porción de su territorio. A los descendientes de Lot les he dado por herencia la región de Ar.” Deuteronomio 2:9

Ora: Señor, libérame del pragmatismo impío. No obstante Señor, cuando dos y dos sean cuatro, ayúdame a ser lo suficientemente sabio y valiente para hacerte una oferta, que sea el más considerado de los convenios. Sí Señor, ayúdame a no conformarme con lo menos, sino a buscar lo que es mejor! Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!


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