1 Pedro 2:6-7
“Así dice la Escritura: Miren que pongo en Sión una piedra principal escogida y preciosa, y el que confíe en ella no será jamás defraudado. Para ustedes los creyentes, esta piedra es preciosa; pero para los incrédulos, la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.”
Sobre buenos comienzos y mejores finales

Algunos de los muchachos que se reunieron en Georgia fueron a ‘recoger’ las prácticas que habían enterrado. La pequeña iglesia que mencioné todavía exhibía heridas abiertas, todavía tropezaba con el bagaje de unos y de otros. De igual modo, podría contarles infinidad de historias de ‘ceremonias’ protestantes ineficaces, cuya satisfacción se puede medir por el tiempo que nos toma sentir hambre después de una comida china, y cuyo poder para resistir la presión permanente de los hábitos pecaminosos hechos a un lado por el boato protestante y postmoderno, es tan fuerte como una lata de Coca vacía en la mano grande de un hombre.
Al haber examinado los resultados limitados de dicho boato protestante y postmoderno, creo que la ineficacia reside en una presunción falsa y un malentendido. Permítanme explicarles:

Cuando un constructor pone los cimientos de un edificio nuevo y magnífico, con frecuencia hay pompa y celebración, hay imágenes y dignidad, hay aplausos y firmas, hay aclamaciones y cantos. Sin embargo, queda mucho trabajo por delante. ¡Una piedra angular ha sido colocada, una piedra indispensable y fundamental para marcar la medida, la fortaleza y una sólida dirección, ha sido colocada representando un fuerte comienzo para arribar a un cierto final! Ahora, y hasta el momento en que el edificio esté terminado hay mucho por construir, ¡una cantidad vasta y costosa, les prevengo! En el final y generalmente de manera privada y casi siempre sin que sea vista, se coloca la piedra principal como piedra protectora y con frecuencia decorativa, para marcar la terminación del edificio. Es el momento ahora de cortar el listón, de abrir las puertas, de entrar, de regocijarnos y de vivir su funcionalidad.
Mi querido amigo, por favor, recuerda esta noche que hay mucho trabajo y costo personal desde que colocamos la piedra angular hasta llegar a la piedra principal, pero yo te digo... ¡continúa, sigue adelante hasta alcanzar ese objetivo! Comienza a trabajar y finaliza esa estructura santificada que iniciaste junto con Dios. ¿Recuerdas la piedra angular que colocaste alguna vez? ¡No es demasiado tarde para seguir!
Medita: “Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no sólo en mi presencia sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.” Filipenses 2:12-13
Ora: ¡Señor, estaba equivocado! Pensé que había concluído con eso, cuando en realidad sólo estaba empezando a concluir. Por favor, enséñame los planos del arquitecto para este nuevo edificio que hemos comenzado, ayúdame a limpiar los escombros, a encontrar esa piedra angular y construir, con regocijo, algo magnífico, hasta que juntos podamos colocar la piedra principal en su cima y comenzar a vivir productiva y poderosamente. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!

No comments:
Post a Comment