Monday, January 31, 2011

Jan | 31 | ¡Sólo había dedos de pescado, hasta que vino Hans!

Palabra para meditar – OBEDECE

Isaías 1:18
“Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el SEÑOR—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve!”
 

¡Sólo había dedos de pescado, hasta que vino Hans!

En los años por venir, en la eternidad, una de las cosas que mi esposa desea hacer es volar entre las estrellas. Desde que vi los primeros episodios de ‘Viaje a las Estrellas’ siempre he querido hacer lo mismo, pero ¡en el confort intergaláctico de una nave interestelar, por supuesto! Mi esposa, no obstante, quiere volar en sus viajes ‘como Dios la trajo al mundo’, zumbando y pasando rápidamente, dentro y fuera de los cinturones de asteroides color ámbar, enanos grandes y rojos y soles centellantes de toda clase. Mi única objeción es, “¡Cariño, hace frío allá afuera!” ¿Saben?, Dios no me creó para climas de baja temperatura. “Brrr... ¡no me gusta el frío!”

El espacio es frío. Aun en los límites de nuestro propio sistema solar, el área transneptuniana en su mayor parte no explorada que nos ha dado nuestro décimo planeta (o segundo Planeta Enano, dependiendo de cómo lo hayan designado aquellos que los designan), ¡es verdaderamente frío! Aquí la nueva entidad descubierta recientemente se sienta sola, flotando silenciosamente en las congeladas profundidades del negro, negro espacio. Yo no quisiera volar por allí, eso es seguro. “Brrr... ¡no me gusta el frío!”

Sedna, este segundo Planeta Enano en las márgenes de nuestro propio sistema solar, ha sido llamado así por la diosa del mar de los esquimales o ‘Inuit’, dependiendo de cómo aquellos que designan, la hayan designado. Aparentemente, en la mitología Inuit de la creación, el Dios creador estaba tan disgustado con su hija, (quien, dicho sea de paso, se estaba convirtiendo en una mujer grande, fea y lechona, luego de comerse todo lo que tenía a la vista, incluso partes del propio Dios) ¡que Él la arrojó fuera de su Kayak! Cuando ella trató de volver a subir, él le cercenó sus dedos uno a uno, los que a su vez se convirtieron en focas y ballenas y en otras criaturas de las profundidades. Ahora, ¡a eso es a lo que yo llamo dedos de pescado! En fin, ese segundo Planeta Enano congelado, fue llamado así en honor a ella, pero conociendo los hechos, definitivamente no quisiera volar hasta allí. “Brrr... ¡No me gusta el frío!”

Puede ser que la diosa Inuit del mar se encuentre en el acuoso bajo-mundo de las profundidades, pero los Inuit se han diseminado bastante por toda la tierra, aun hasta Groenlandia, ¡la cual personalmente creo que tiene un nombre poco apropiado para ser un país de clima predominantemente subpolar y cubierto de hielo! Tampoco quisiera ir para Groenlandia. “Brrr... ¡No me gusta el frío!”

Hans Egede nació en Noruega, en un día como hoy de 1686. Se convirtió en Ministro Luterano Noruego y debido a sus sacrificados esfuerzos entre la gente Inuit, más tarde se le conoció como el ‘Apóstol de Groenlandia’. De hecho, él fue el fundador de la ciudad de ‘Buena Esperanza’ o ‘Godthab’, o como se la conoce hoy en día, ‘Nuuk’, la cual se convirtió en la capital de Groenlandia.

Los problemas con los que se topó Egede mientras intentaba hacer su trabajo misionero fueron enormes, ¡sin mencionar los de su propio carácter! Aparentemente, un “hombre de perfil bajo y de nariz fría”, se había ‘recubierto de acero’ tanto para su llamado como para el frío. Esta no era una corta vacación de dos semanas y una misión con visita guiada, no señor, él podía perder la vida en Groenlandia y la vida de los cuarenta Cristianos que fueron con él para establecerse ¡y él lo sabía! Puede que hubiesen tenido el mandato del Rey Celestial tanto como el de su rey terrenal, pero esta misión podría costarle todo. ¡No es de extrañar que estuviese tan serio! Alguien alguna vez comentó que “Hans tendía a ser severo y autoritario, y aunque amaba a las personas entrañablemente, al igual que muchos otros Cristianos, ¡él no sabía cómo expresar esto en términos humanos!” Un Cristiano de hielo en un mundo de hielo. “Brrr... ¡No me gusta el frío!”

El descongelamiento de los corazones vino, me temo, por causa de una enfermedad del Viejo Mundo llamada viruela. En la mayor parte del Nuevo Mundo, la población era casi totalmente aniquilada por el sólo contacto con algún europeo que portase enfermedades virales desde el Viejo Mundo, sin importar si eran misioneros, exploradores, balleneros, comerciantes o lo que fueren. El genocidio accidental es una cosa, sin embargo, únicamente los británicos fueron quienes deliberadamente utilizaron la viruela como arma biológica contra los Indios Americanos nativos, pero esa es otra historia gris, para otro día gris y frío. “Brrr... ¡No me gusta el frío!”
En este caso, Egede no fue quien llevó la enfermedad a los Inuit de Groenlandia, sino que se quedó junto a los enfermos y se rehusó a dejarlos, cuidándolos mientras caían, guiándolos lo mejor que podía hacia los brazos de Jesús. La esposa de Egede, Gertrude, también consumió su vida haciendo esto, tanto así que murió por agotamiento poco tiempo después.

El hijo de Egede, Paul, habiendo sido criado entre los Inuit, se hizo cargo del trabajo de su padre, aprendió a dominar con maestría el lenguaje, completó la traducción del Nuevo Testamento y más tarde, vio cómo mucha gente se acercaba al Señor. Su padre estaba extasiado de verlo cosechar, donde con anterioridad, él había sembrado con tanto sacrificio personal.
Esta noche se trata de sacrificio, enfoque y persistencia. Esta noche se trata de volar entre las frías, (muy frías) estrellas en los límites de nuestro propio sistema solar, sí, los límites helados y muy costosos de la civilización conocida. ¿Volarían ustedes allí, bajo el mandato de su Rey? Díganme, ¿lo harían? ¡Vale la pena pensarlo!

“Brrr... ¡No me gusta el frío!”

Medita:Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros” 1ª Samuel 15:22

Ora: Señor, ya sea que haga calor o frío, que sea duro o suave, Norte o Sur, Este u Oeste, por favor Señor, ayúdame a que obedezca completamente Tu mandato para mí. Amén.

 

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