Monday, January 24, 2011

Jan | 24 | “Eimi Ho Eimie” – la declaración resoluta de uno mismo

Palabra para meditar – ABRAZA

1 Corintios 15:9-11
“Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo. En fin, ya sea que se trate de mí o de ellos, esto es lo que predicamos, y esto es lo que ustedes han creído.”

“Eimi Ho Eimie” – la declaración resoluta de uno mismo

Sabemos por sus escritos que el apóstol Pablo, nacido después del tiempo debido (un nacimiento tardío, en otras palabras), casi siempre se veía en la necesidad de defender su destino, su llamado, su apostolado. Nuestro versículo para esta noche resume una de las tantas defensas que hizo en sus escritos y la coronación de ese resumen fue esta tan maravillosa declaración:
xa/riti de\ qeou= ei)mi o% ei)mi,

“Por la gracia de Dios” dice Pablo “Eimi Ho Eimie – Soy lo que soy”

He escuchado la utilización de esta declaración por los Cristianos de una sola manera, y esa ha sido siempre en términos de “¡resignación!” “Oh sí” gemimos, “por la gracia de Dios, soy sólo un humilde servidor del Señor, sólo un guardián de la puerta en la casa de mi Dios...¿Desea usted azúcar en su café???” Sin embargo, el apóstol Pablo usa este término como una resolución aguda, punzante, y determinante: “Por la gracia de Dios soy un apóstol, por tanto, sal de mi camino pequeñuelo... ¡Voy a pasar!”

Siempre hay una gran diferencia en el fruto de estas dos palabras, resignación y resolución. Si examinara la raíz de ambas en nuestros corazones, diría que la resignación está fundamentada esencialmente en el abandono y depresión de una persona, mientras que la resolución está fundamentada en la determinación que ha sido revelada, que se persigue y en la cual uno se enfoca.

Por la gracia de Dios, (aquí Pablo declara con mucha seguridad quién es él por esa gracia de Dios): “Te guste o no”, dice “y a muchos de ustedes no les gusta, ¡soy un apóstol de Jesucristo, el Señor!” Pablo conocía su llamado, Pablo sabía tanto su comisión como su destino. Al creer en él y a pesar de una multitud abrumadora de obstáculos, él lo persiguió con todo su ser, con todo su corazón y con todo su cuerpo, alma y espíritu. “Esos otros apóstoles, aquellos que ustedes consideran los más auténticos, los verdaderos, pues escuchen colegas, todos ustedes”, dice el gran apóstol Pablo, “¡he trabajado más, mucho más que todos ellos!”

Permítanme que les pregunte esta noche: “¿Quiénes son ustedes por la gracia de Dios?” Si no lo sabes, querido amigo, será mejor que lo averigües y cuando lo hagas, ¡afina cada día la punta de tu llamado, de tu comisión y de tu destino, con la misma resolución cortante y afilada que el apóstol Pablo!

Medita: “Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén.” Lucas 9:51-54

Ora: Señor de la iglesia, Jesucristo mi Salvador, por favor ven y muéstrame Tu llamado y Tu comisión para mi vida. Dame una visión de mi destino y, luego, derrama en mí un fuerte espíritu de resolución. Te lo pido en tu glorioso nombre. Amén.

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