Tuesday, January 11, 2011

Jan | 11 | De sacos que estallan y de culpables por asociación

Palabra para meditar – JUICIO

Mateo 23:32-36
“¡Completen de una vez por todas lo que sus antepasados comenzaron!
¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? Por eso yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el santuario y el altar de los sacrificios. Les aseguro que todo esto vendrá sobre esta generación.”


De sacos que estallan y de culpables por asociación

En nuestro versículo de esta noche creo que hay definitivamente un espíritu fariseo que Jesús esta juzgando aquí. ¡Él no está contento!

Más inquietante aún es el hecho de que Jesús une a los fariseos de Sus días a través de una genealogía espiritual tanto de juicio como de persecución, ya que a sus ojos, la asociación es tan definitiva, que los llama asesinos de profetas de otra época y en especial, de Zacarías.

Físicamente, por supuesto, ellos ni siquiera habían nacido para entonces, pero espiritualmente, su ADN espiritual actual, estaba tan unido y conectado con lo que había sucedido tiempo atrás ¡que Jesús los condena por esas acciones asesinas expresadas espiritualmente en el pasado a través de las acciones que otros realizaron! El juicio, del tipo más severo y más terrible, cayó sobre ellos, sobre esa actual y viviente camada de víboras, porque ellos estaban intrínsicamente conectados con esa zigzagueante serpiente que había agitado su cola en asaltos mortíferos a través de las generaciones. Yo creo que definitivamente hay un espíritu de fariseísmo que Jesús esta juzgando aquí. ¡Él no está contento!

Jamieson, Fausset, y Brown, al comentar sobre esta generación en particular, dicen: “y fue sólo en la última generación que ‘la iniquidad de los amorreos llegó al colmo’ (Génesis 15:16) y luego, las abominaciones de las edades, se completaron de una vez y fueron vengadas terriblemente, y se permitió que la iniquidad de Israel se acumulara, de tiempo en tiempo hasta que en esa generación se completó, y toda la venganza de los Cielos que se había acumulado, estalló de una sola vez, sobre sus devotas cabezas”. En la primer Revolución Francesa, el mismo terrible principio del saco repleto de pecado que estalla, fue ejemplificado también, y temo que el Cristianismo aún no ha visto el final de los sacos que estallan.

Al final de esta era hay una pereza Laodiceana entre nosotros, una quietud ciega nacida de estómagos llenos, nacida de una actitud de pecar y dejar pecar, nacida de la aparente inactividad e ignorancia del Dios Todopoderoso. Sin embargo, para aquellos que saben escuchar, el tiempo corre a su plenitud en la parte más alta del contenedor del juicio. El sonido de llenado de los sacos está llegando a su fin y temo que la olla de agua hirviendo esté a punto de caer de la estufa sobre nuestros niños, esos pálidos y pobres jóvenes a quienes se les ha vendido una fe que más bien parece un cachorrito ladrador. Aquellos de nosotros que aún estamos en la Cocina tenemos muy poco tiempo para llamar a estos jóvenes cantarines de vuelta hacia el Dios de la Biblia. Evitemos que tanto ellos como sus maestros, tengan sacos de juicio explotando sobre sus pequeñas cabezas, culpables por asociación.

Medita: “El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada, y éste, presentándose ante el pueblo, declaró: Así dice Dios el SEÑOR: ¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán. Como me han abandonado, yo también los abandonaré. Pero ellos conspiraron contra Zacarías hijo de Joiada y, por orden del rey, lo mataron a pedradas en el atrio del templo del SEÑOR. Así fue como el rey Joás, no tomando en cuenta la bondad de Joiada, mató a su hijo Zacarías, quien al morir dijo: ¡Que el SEÑOR vea esto y te juzgue!” 2ª Crónicas 24:20-22

Ora: Restáuranos oh Dios de nuestra salvación y que tu ira hacia nosotros se acabe. ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre? ¿Vas a seguir eternamente airado? ¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti? Muéstranos, SEÑOR, tu amor inagotable, y concédenos tu salvación. (Salmos 85:4-7)

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