Sunday, January 23, 2011

Jan | 23 | De duras cadenas a suaves dulces

Palabra para meditar – LUZ

Éxodo 14:19-20
“Entonces el ángel de Dios, que marchaba al frente del ejército israelita, se dio vuelta y fue a situarse detrás de éste. Lo mismo sucedió con la columna de nube, que dejó su puesto de vanguardia y se desplazó hacia la retaguardia, quedando entre los egipcios y los israelitas. Durante toda la noche, la nube fue oscuridad para unos y luz para otros, así que en toda esa noche no pudieron acercarse los unos a los otros.”

De duras cadenas a suaves dulces

Dios, cual gran General de guerra, había dado instrucciones muy específicas a estos esclavos que estaban huyendo, sobre dónde debían establecer su campamento. Ese lugar no se veía nada menos que como una elección insensata. Moisés, quien era conocido por ser un líder militar entrenado entre los egipcios, parecía un viejo tonto ante los ojos del Faraón, porque el líder de Israel, obviamente había sido confundido por el paisaje e inadvertidamente, (pensaba Faraón) había guiado a la incipiente nación en huída frenética hacia una gigantesca e inevitable zona de matanza. Al día siguiente, sin duda alguna, Egipto los cortaría en pedazos.

¡Egipto no se daba cuenta de que Moisés no era el líder! No, Dios era el líder de Israel y Dios mismo les había indicado con precisión, dónde debía posicionarse Israel. Fue Dios, en realidad, el que puso la trampa para Egipto, y la zona de matanza aún no revelada los llevaría a ella de tal manera que, al final, ¡ellos desaparecerían de delante de Israel, totalmente y para siempre! Aquellos que Israel vio y por los cuales se preocupó ese día, después de mañana, no los verían más. ¡Nunca más!

Ahora, esta columna feroz, este carro de guerra del Dios Altísimo, se movió del frente de las filas israelitas, hacia la retaguardia. Lo que pasó esa noche, la misma imagen de la posición de Dios, nos dice a nosotros cómo Dios estableció los corazones. Verán, la posición de esta nube endureció los corazones de los egipcios por siempre, y mantuvo los corazones de los israelitas con una suavidad estremecedora. Aún cuando los duros corazones de los egipcios eran decididos, determinados, valerosamente crueles y seguros en sí mismos, y los suaves corazones de los israelitas sintieron pánico, confusión y temblaban cobardemente, ¡eran ellos, los israelistas, los que estaban en Su luz!

Una vez que el Faraón hizo la elección de enfrentarse a Dios, el Señor cambia Su posición. Este cambio se realiza durante la noche, es más, al comienzo de la noche. El cambio acontece cuando todo parece perdido para aquellos que tanto anhelan su salvación. Este cambio de posición separa, para siempre, a los enemigos de Dios, de los amigos de Dios. Esta posición mantiene una fría y oscura noche sobre los corazones de los endurecidos, pero provee una extraña luz, un calor misterioso y bienestar a los temblorosos y miedosos, quienes, sin embargo, están a punto de cruzar hacia la Tierra Prometida. Nuestro versículo de esta noche apunta claramente a una separación entre la oscuridad y la luz dispuesta por Dios, y una vez que la noche ha caído, el mismo Dios aparece para mantener la oscuridad sobre unos y la luz sobre los otros. ¡Por siempre!

Es importante ver que el fin para los valerosos, decididos, determinados en su crueldad y bravucones confiados de corazones oscurecidos y endurecidos, fue la devastación y la destrucción total. Ellos, como muchos ángeles caídos, se mantuvieron en la oscuridad de sus corazones, con cadenas de dureza, hasta el tiempo estipulado del juicio y la destrucción. Todos conocemos a muchos en la tierra, esta noche, que se encuentran en la misma situación. ¡Que Dios tenga misericordia de ellos y haga brillar Su luz en sus vidas!

Debemos orar porque la luz brille en los corazones endurecidos. Debemos pedir por un ablandamiento creciente, que maravillosa y suavemente, se convierta en un río de chocolate dentro de ellos. Hasta que ese tiempo llegue, hasta que el corazón sea ablandado y cambiado, hasta que las cadenas de dureza se ablanden y se conviertan en algo dulce, cada palabra y cada obra hacia ellos, es totalmente en vano. Así pues, nuestras oraciones deben estar enfocadas y centradas alrededor de la fortaleza de sus corazones, y suplicando en su defensa para que la luz de Dios brille en sus vidas. Si no es así, entonces ellos, al igual que el ejército del Faraón, se perderán bajo las olas del juicio, para siempre.

Medita: “Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne, para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Pero a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas repugnantes, yo les pediré cuentas de su conducta. Lo afirma el SEÑOR omnipotente.” Ezequiel 11:19-21

Ora: Ten misericordia, Señor. Al igual que lo hiciste con nosotros, haz con aquellos cuyos corazones endurecidos entristecen y hacen más pesado nuestro camino. Ten misericordia, Señor, y muéstrales Tu gracia a ellos, como lo hiciste a nosotros. Sí, sonríeles a ellos y ablanda sus cadenas y conviértelas en un dulce completamente blando. Sí, envía a Tu resplandeciente Hijo a sus oscuros calabozos, oh Señor, y tráelos desde sus horrendas noches hacia Tus gloriosos días. En Su gran nombre redentor oramos. Amén.

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