Wednesday, January 12, 2011

Jan | 12 | El comienzo de los dolores y la llegada de la alegría

Palabra para meditar – PREPÁRATE

Mateo 24:6-8
“Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores.”

El comienzo de los dolores y la llegada de la alegría

En la parte posterior de Regency Square, en Hove, se alza un monumento conmemorativo de la guerra del Regimiento Real de Sussex, erigido en una época en la que era posible nacer en esta pequeña isla y luego escoger todo el ancho mundo para morir. Un clarín de bronce, rodeado de cuatro proyectiles de artillería, mira hacia el Canal de la Mancha y emite un sonido que fue hace ya mucho olvidado, y que recuerda la pérdida de hombres de esta localidad en la Primer Guerra de los Bóers Sudafricanos. La mayoría de las personas que pasa por este, ahora desconocido monumento, de un conflicto desconocido, en países desconocidos, en continentes que hace mucho han cambiado, provienen principalmente de otros países, y al igual que los locales, ignoran completamente las pérdidas y las batallas que este clarín de bronce trata de evocar, trata de recordar, trata de conmemorar; este es un testimonio vivo del hecho de que las guerras, los reinos y los imperios, todos llegan y todos pasan. Así pues, el collage versátil de este mundo cambiante traspasa sus colores de uno a otro, al tiempo que un reino se superpone a otro con adquisiciones y aspiraciones, al igual que la espumante agua sucia que se va por el desagüe formando un espiral, en forma lenta pero segura, estos reinos van formando círculos, como negros buitres sobre la tierra de Israel.

En nuestro versículo para esta noche, Jesús nos dice claramente que hacia el final de los tiempos, al igual que una mujer a punto de dar a luz, los reinos de este mundo comenzarán a levantarse y a latir igual que un bebé, listos por mucho tiempo ya, en su llamado final hacia el Apocalipsis.

Esta noche, es un placer para mí decirles que entre todo el sudor y aflicción que suponen el dar a luz, está el propósito claro y bueno de Dios para la gloriosa nación de Israel, que saldrá por sí misma de entre la dama llamada historia y, con ese nacimiento de ese ulterior establecimiento y esa ulterior bendición, no sólo vendrá gran aflicción sino, con él, una aún más grande redención. Verdaderamente, como nunca antes debemos mirar hacia arriba y escuchar, pues el clarín suena ¡y nuestra redención está más cerca!

Medita: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia.” Romanos 8:19-25

Ora: Ayúdanos, oh Señor, en estos tiempos de guerras crecientes, a proclamar el Evangelio de la paz con Dios, ¡el cual se obtiene a través de la sangre derramada de Jesucristo, nuestro Señor! Amén.

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