Sunday, January 30, 2011

Jan | 30 | Sobre hombres afeminados y mujeres que lloran

Palabra para meditar –VARÓN

Job 40:7
“Prepárate a hacerme frente. Yo te cuestionaré, y tú me responderás.”


Sobre hombres afeminados y mujeres que lloran

Lo he estado haciendo de nuevo, ¿saben? ir a la iglesia y observar a las damas. Por lo general, cuando la predicación es predominantemente aburrida, me pongo a contar las cabezas de las damas en la iglesia, ¡así que eso es casi todos los domingos! De iglesia a iglesia en el Occidente, raramente cambia la cifra del porcentaje en mis cálculos, con una reunión local que consiste en alrededor de 60-70% de mujeres, en su mayoría de 50 años de edad o más. Mujeres liderando, mujeres decorando, mujeres horneando, mujeres haciendo que todo suceda. ¡Gracias a Dios por las mujeres, ¿eh?!

La iglesia se ha vuelto muy femenina en su apariencia y los hombres que sí asisten, aunque no son necesariamente afeminados, como dice David Murrow, autor de ¿Por qué los hombres odian ir a la iglesia?, “¡se han acostumbrado a ello!”. ¡Ciertamente se han acostumbrado a ello! En el año 2008 de nuestro Señor, por primera vez en la historia de la iglesia Anglicana, más mujeres que hombres fueron ordenados. De hecho, mientras estoy haciendo estas observaciones, yo mismo estoy buscando una posición ministerial en alguna iglesia, y ya he retirado mi nombre de tres grandes al descubrir que discretamente (y totalmente contrario a las Escrituras), han designado a mujeres no solamente como predicadores sino como ancianos en su iglesia. Esta aceleración incontrolable de la feminización de la iglesia local es un hecho importante a tener en cuenta, pues de por sí, millones de hombres no van a la iglesia sólo por eso, ¡y más del 90% de los niños que han crecido dentro de la iglesia la dejarán tan pronto como puedan, para no regresar jamás! Me parece que Spurgeon dijo alguna vez que “De algún modo, se ha diseminado la noción de que si te vuelves Cristiano debes reprimir tu masculinidad y volverte afeminado” y, desafortunadamente amigos, esa percepción es obviamente correcta, pues muchos hombres no van a la iglesia para nada y la razón de ello, es a menudo ésta: “¡Ya han estado allí!”

El escritor David Murrow plantea que los hombres ya van en pos de una religión fuera de la iglesia, y ésta se llama masculinidad. Ahora, especialmente en esta tan feminizada sociedad nuestra, ciertamente creo que éste puede ser el caso. Aquellos hombres que quieran aferrarse a su masculinidad siempre evitarán lugares donde el control sea femenino. Es simplemente un hecho. Siendo ese el caso ¡debemos entonces bombear algo de testosterona santa de vuelta a la iglesia!

Sin embargo, hay un problema pastoral más urgente, el cual debemos atender. Es un problema que ya he visto en más de una ocasión y me perturba enormemente, porque los hombres buenos se están sintiendo mal dentro de la iglesia o bien, se están yendo amargados, dolidos y decepcionados. Verán, cuanto más permanezcan los hombres en una iglesia políticamente feminizada, más espiritualmente conscientes se volverán del hecho de que han sacrificado su masculinidad. Se sienten perdidos. Se han vuelto hombres muy agradables, pero muy agradables y afeminados, y en lo más profundo de sus corazones se desprecian a sí mismos. Cuando este auto-desprecio finalmente sale a la luz, cosa que en general sucede en forma paralela, usualmente se expresa a sí mismo en algún nivel de ira e incluso de aborrecimiento, tanto hacia Cristo como hacia su iglesia.

Como respuesta a esto, voy a decir tres cosas esta noche:

Primero, si a las personas no les gusta que tú expreses tu masculinidad, entonces esa es su decisión. Deja que vivan con ello. Tú sé quien eres, y pídele a Cristo que te ayude a vivir la vida del hombre por el cual Él murió. Ultimadamente, como hombre, debes ser capaz de vivir respetándote a ti mismo.

Segundo, la iglesia y especialmente las hermanas de la iglesia, deben comenzar a acoger y a abrazar nuevamente la masculinidad verdaderamente Bíblica en las iglesias locales. A menos que se añore esta masculinidad, más aún, que se llore por ella, entonces ya jamás la verán y la iglesia se volverá simplemente un club de damas, incluso un club de damas muy masculinas.
Tercero, la iglesia y especialmente los líderes varones de la iglesia, deben comenzar a reclamar tanto su propia masculinidad como el hacer de la iglesia un lugar más masculino en el que se pueda estar, y no hablo solamente de un desayuno de hombres un sábado por la mañana en algún restaurant local. ¡Piénsenlo!

Mientras tanto, ese llanto casi inaudible que escuchan en la iglesia, proviene de las cada vez más escasas mujeres de Dios, fuertes y hermosas, que mientras permanecen fieles a Jesús, simplemente no pueden encontrar un hombre fuerte para casarse, porque no están dispuestas a conformarse con uno debilucho. ¡Muy triste!

Medita: “¡Pobre pueblo mío, oprimido por niños y gobernado por mujeres! ¡Pobre pueblo mío, extraviado por tus guías, que tuercen el curso de tu senda!” Isaías 3:12

Ora: Ayuda a los líderes varones de la iglesia a permanecer firmes en la fe, y a ser fervorosos como deben ser los hombres. Te lo pido en el poderoso y masculino nombre de Jesús. Amén.

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