Sunday, January 16, 2011

Jan | 16 | Dialecto que divide y diálogo disgregador

Palabra para meditar – SEPÁRATE

Génesis 31:45-48
“Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como un pilar, y les dijo a sus parientes: ¡Junten piedras! Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras. A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad. Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio. Por eso se le llamó Galaad a ese lugar.”

Dialecto que divide y diálogo disgregador

Jacob, obviamente, está a punto de graduarse de la Escuela de Fe y Adoración de Dios. Él se ha ganado los colores de la escuela, azul y negro, y aunque su educación aún no ha concluido, está a punto de graduarse en un curso de entrenamiento con nivel de maestría. Esa historia, sin embargo, es para otra noche.
El actual profesor de armas de Jacob ha sido su viejo Tío, Labán. Durante veinte años Labán ha experimentado con la cabeza de Jacob, lo ha usado, ha abusado de él, le ha robado y en general, le ha quitado todo lo que con derecho le pertenecía. ¡Oh Dios mío! Lo que va vuelve, y finalmente, ahora enfrentará a Jacob, pero como dije antes, esa es una historia para otro día.

La conclusión y el antecedente de nuestro versículo para esta noche es que Jacob ¡ha huido! Sin informar a Labán, Jacob ha dejado la ciudad con toda su familia, todos sus bienes y unas pocas cosas robadas, como algo extra para el camino. Labán por su parte, ha cargado sus seis armas y se ha apresurado en su búsqueda con sólo un propósito en su mente y este es la total destrucción de Jacob y recuperar todo aquello que Labán consideraba que por derecho le pertenecía, que a los ojos de Labán era, literalmente, todo lo que Jacob poseía y amaba. Ahora, no se equivoquen sobre esto, si no fuera por la intervención de Dios a través de un sueño amenazador la noche previa al encuentro cara-a-cara de Labán con Jacob, ese hubiera sido el resultado: Jacob hubiera quedado en la indigencia, o peor aún, quizá hubiera sido asesinado.
El hecho de que Dios hubiera intervenido significó que Jacob y Labán, probablemente por primera vez en veinte años o más, tuvieron que hablar ‘claramente’ entre ellos. El mayor problema con estos dos amigos era que ellos no se comunicaban y ellos no se comunicaban ¡porque ni siquiera hablaban el mismo idioma! El nombre dado a esta pila de piedras, este montón de piedras que serviría como testigo, esta torre de vigilancia de la destrucción mutuamente asegurada, es un testimonio de ello. Ambos dieron al montículo de piedras el mismo nombre, sin embargo, Labán lo hace en arameo, Yegar Saduta, y Jacob en hebreo, Galaad.

Si estás con alguien con el que no tienes una comunicación profunda y, como consecuencia de ello y, casi con seguridad hay una hostilidad creciente entre ustedes, entonces me gustaría sugerir que sin hacer nada malo el uno contra el otro, es momento de separarse. Es momento de irse y, al hacer esto, ¡levanta un montón de piedras donde Dios sea el testigo de tu bendición hacia el otro y de que dejarás al otro en paz!

Creo que en el cielo no existe ese montón de piedras Mizpaico entre los que pertenecen a Él. Sin embargo, en la buena tierra de Dios, el colocar unas pocas piedras como testimonio de separación es, con frecuencia, la cosa más inteligente y más segura que podemos hacer. Piensen en esto esta noche.

Medita: “Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio. Por eso se le llamó Galaad a ese lugar, y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró: Que el SEÑOR nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro. Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros. Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—. Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño. ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez! Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí. A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.” Génesis 31:48-55

Ora: Señor, si hay que partir, ayúdame a hacerlo correctamente y en amor. Ayúdame con Tu espíritu a establecer límites claros de bendición y protección. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!

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