Monday, January 3, 2011

Jan | 03 | La sirena para niebla de Foulis y los tontos que no escuchan

Palabra para meditar – ESCUCHA

Ezequiel 33:4-5
“Entonces, si alguien escucha la trompeta pero no se da por advertido, y llega la espada y lo mata, él mismo será el culpable de su propia muerte. Como escuchó el sonido de la trompeta pero no le hizo caso, será responsable de su propia muerte, pues si hubiera estado atento se habría salvado.”

La sirena para niebla de Foulis y los tontos que no escuchan

Robert Foulis, de la ciudad de Glasgow, nació en Escocia en 1796. Devastado por la muerte de su primera esposa al dar a luz a su hija, Foulis decidió dejar atrás esas tristes costas escocesas y comenzar una nueva vida en los Estados Unidos. Cuando se dirigía a Ohio, el mal tiempo forzó su barco hacia las costas de Nueva Escocia, Canadá. El mal tiempo, el mar y la providencia de Dios lo llevaron entonces desde la vieja Escocia hasta la Nueva Escocia.

Finalmente Foulis se estableció en Saint John y en este lugar, este inventor y empresario talentoso, por un tiempo prolongado, fue una bendición para sí mismo, para su familia y para su comunidad. Verán, en ese entonces, Foulis no era la única persona deseosa de comenzar una nueva vida en el nuevo mundo. No, buques repletos de inmigrantes europeos entraban a Norteamérica por el puerto de Saint John y residían, en un comienzo (desde 1785 a 1942) en la primera estación de cuarentena en la Isla de Partridge. Fue en esta desesperada puerta de entrada a la isla, donde más de dos mil personas murieron, que el inventor Foulis levantó una señal de alarma que salvaría miles de vidas: La sirena para niebla de Foulis.

Se dice que Foulis escuchó a su hija tocando el piano a lo lejos en una noche de niebla y se dio cuenta de que las notas graves eran más audibles que las agudas. Para el oído humano, el sonido de baja frecuencia es más audible que el de alta frecuencia, y cuando la niebla es espesa y bloquea aun la luz más intensa, el sonido de una sirena de baja frecuencia puede mantener a un capitán a salvo o puede guiar a un marinero hacia su hogar.

Cuando aprendemos a sentir en el reino espiritual, cuando aprendemos, a través de los sentimientos de nuestra alma, a recibir las sensaciones de nuestro espíritu, (el contexto y el contacto del reino espiritual, en otras palabras), entonces también nosotros, en días fríos y limitados por la niebla, escucharemos la cálida baja frecuencia de muchas “sirenas para niebla celestiales”, de muchos centinelas guardianes colocados por el Dios de todas las aguas, allí para nuestra guía, para nuestro auxilio, para nuestra salud y para nuestra protección. En esta noche puedo verdaderamente decir a algunos de ustedes, marinos, a algunos de ustedes navegantes cansados en búsqueda de un nuevo mundo, a algunos de ustedes que han truncado su curso en mares neblinosos y costas rocosas: “¡Aquel que tenga oídos para oír, que oiga!”

Medita: “Seguí observando, y oí un águila que volaba en medio del cielo y gritaba fuertemente: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las tres trompetas que los últimos tres ángeles están a punto de tocar!’” Apocalipsis 8:13

Ora: Señor, no permitas que se me cuente entre los tontos. Donde me has hecho un centinela, e incluso un guardián de la casa de Israel, haz de mí una boca que grita fuerte y sin temor, y cuando tenga necesidad de escuchar advertencias y de recibir guía, dame oídos grandes y atentos. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!

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