Monday, March 21, 2011

Mar | 21 | Haciendo miembros de la madre de todos nosotros

Palabra para meditar – ORA

Jueces 15:11
Entonces tres mil hombres de Judá descendieron a la cueva en la peña de Etam y le dijeron a Sansón: ¿No te das cuenta de que los filisteos nos gobiernan? ¿Por qué nos haces esto?

Haciendo miembros de la madre de todos nosotros


Fue sólo hace cuatro Susurros Nocturnos que mencioné a este viejo y poderoso guerrero llamado Caleb, a quien, junto al resto de su tribu, luego de la muerte del General Josué, se le concedió el honor singular de ser el primero en ir y poseer el resto de la tierra. Esa tribu era la del León, la tribu Mesiánica, la tribu de Judá. Mirando nuestro versículo de esta noche debemos decir: “¡Oh Dios, cómo han cambiado las cosas, y con que rapidez!” Mil hombres de Judá, todos sudando y olorosos. ¡Imaginen eso! ¡Qué olor!

Cuando pienso en Norteamérica, en Gran Bretaña y en Europa, es evidente que en nombre del multiculturalismo, el humanismo, el liberalismo y de lo políticamente correcto, todas nuestras puertas han sido abiertas de par en par a todo lo no-Cristiano. Que no se me malinterprete esta noche, que no se me acuse de racista, debo decir con toda claridad que no creo que Dios sea un Caballero Inglés blanco y que sí...me regocijo de que mis hermanos en la iglesia a la que sirvo, provengan de todas las tribus, de todas las naciones y hablen todas las lenguas. ¡Cuán maravilloso es eso!

No obstante, la multitud de gente que ahora se encuentra dentro de nuestras puertas no son Cristianos, realmente no lo son; con frecuencia traen consigo un mensaje anticristiano; y mientras nosotros, en la actualidad, los nativos tanto de estas islas como del gran continente Norteamericano, abandonamos nuestras raíces y seguimos el camino de Baal, asesinando a nuestros no-nacidos por miles de millones (¡que Dios nos perdone!) en breve, sí, en un tiempo muy breve estos Filisteos de la actualidad nos gobernarán completamente. Tanto la ascendente línea demográfica como la rápidamente cambiante línea del horizonte, son testimonio claro de este hecho. “¡Oh Dios, cómo han cambiado las cosas, y con qué rapidez!”

Las opciones para este desafío tienen tres aristas: O continuamos cambiándoles la historia, o los expulsamos o los aceptamos. Como dije anteriormente, Dios no es blanco, ni posee un pasaporte británico, ni norteamericano ni ningún otro. Por lo tanto, ¡no estoy interesado en transformar a nadie en ciudadano terrenal modelo, de ningún país de la tierra!, sino más bien me interesa la proclamación del Evangelio del arrepentimiento de las obras muertas y la fe en Jesucristo el Señor, a todas las personas adentro y afuera de nuestras puertas; para que así el cielo esté más poblado, con los mejores ciudadanos de la eternidad de todas las tribus y lenguas; todos juntos ocupando la gran ciudad en las alturas, la Jerusalén celestial, ¡que es la madre de todos nosotros!

En nuestras tierras que alguna vez fueron de habla inglesa, una ventaja importante de nuestra herencia terrenal ha sido la libertad de compartir este Evangelio. Debido a que, lentamente pero con certeza, nos están quitando esto, debemos actuar ahora de manera sacrificada en la proclamación de este Evangelio a todas las tribus y las lenguas que ahora ocupan el centro de nuestras ciudades. Si no lo hacemos, tan seguro como que dos y dos son cuatro, nosotros los a-punto-de-ser-derrotados ciudadanos de Judea, con ropa impregnada del olor a cobardía, nos encontraremos a nosotros mismos entregando a todos nuestros Sansones en las manos de los ofendidos Filisteos.

Ahora, permítanme que vaya desde este problema nacional a uno muy personal y que les pregunte ¿qué territorio espiritual interno has entregado al enemigo porque tú no pudiste conquistarlo completamente? ¿Acaso todas tus fortalezas personales, alguna vez endulzadas por el Espíritu, también han sido cercadas y cegadas por los Filisteos a las puertas de tu propia ciudad mundana? Porque, a menos que estés dispuesto a hacer lo que ellos manden, ¡tú también deberás o expulsarlos o aceptarlos!

Reflexiona: “Díganme ustedes, los que quieren estar bajo la ley: ¿por qué no le prestan atención a lo que la ley misma dice? ¿Acaso no está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre? El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de una promesa. Ese relato puede interpretarse en sentido figurado: estas mujeres representan dos pactos. Uno, que es Agar, procede del monte Sinaí y tiene hijos que nacen para ser esclavos. Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud. Pero la Jerusalén celestial es libre, y ésa es nuestra madre. Porque está escrito: Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en gritos de júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada. Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son hijos por la promesa. Y así como en aquel tiempo el hijo nacido por decisión humana persiguió al hijo nacido por el Espíritu, así también sucede ahora. Pero, ¿qué dice la Escritura? ¡Echa de aquí a la esclava y a su hijo! El hijo de la esclava jamás tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre. Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava sino de la libre.” Gálatas 4:21-31

Ora: Oh Dios, ven y pelea por nosotros en los dominios espirituales. Que aquellas cosas que son justas en el cielo puedan manifestarse completamente sobre la tierra. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.


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