1 Reyes 19:3-4
“Elías se asustó y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. ¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados.”
Cuando te ‘rompes el lomo’

Ahora, créanme cuando les digo que existe un paralelo espiritual aquí, porque sé que el esfuerzo espiritual excesivo puede dar lugar a tener que caminar con las piernas arqueadas y con el mismo dolor, y luego provocar infertilidad, lo que puede ocasionar vergüenza y, si no se atiende, también puede dar lugar a una depresión dolorosa, más aún, a una depresión que lleva a pensar en “irse sin canjear las fichas”. Este era el problema de Elías, verán, a pesar de que había un par de miles de rodillas que no se inclinaban ante Baal, de cualquier manera él era el único que se arrodillaba para levantar el pesado peso muerto de un rebelde Israel.
Es asombroso comprobar cuántos padecimientos físicos, emocionales, mentales y hasta espirituales, pueden solucionarse con descanso, relajación, buena comida y medicamentos, ¡si nada está estropeado, por supuesto! En ese caso, a veces se necesitará una cirugía... ¡y luego descanso, relajación, buena comida y medicamentos!
Tengan cuidado con lo que están “levantando” por allí, amigos. Si pueden conseguir ayuda (porque aparentemente siempre hay unas mil espaldas fuertes en alguna parte), ¡entonces consíganla! Si a pesar de todo, estas mil espaldas están escondidas en algún lugar, entonces asegúrense de no excederse, de entrenarse y, si fuere necesario, ¡de conseguir un cargador!
Mis bromas, de todos modos, traen consigo algunos temas muy serios. El esfuerzo espiritual excesivo puede de tal forma agotarlos, vaciarlos y dejarlos tan exhaustos, que la consecuencia podría ocasionarles el llenar ese vacío doloroso y cansado con una muerte que puede destruir su ministerio, su testimonio y a ustedes mismos. Créanme, lo he visto suceder y, esta noche, le estaba sucediendo a Elías...pero, ¿saben qué? ¡La verdad es que no le importaba un comino!
Si tu esfuerzo espiritual ha dado lugar al dolor, entonces será mejor que descanses, porque es un pecado que por la falta de unos pocos días del descanso adecuado, ¡luego debas ausentarte por semanas, meses e incluso años en el servicio de tu Dios!
Reflexiona: “Así que Eliseo lo dejó y regresó. Tomó una yunta de bueyes y los sacrificó. Quemando la madera de la yunta, asó la carne y se la dio al pueblo, y ellos comieron. Luego se levantó y siguió a Elías y se convirtió en su siervo.” 1ª Reyes 19:21
Ora: Señor, fortalece mi espalda, dame la humildad para pedir ayuda, y cuando esté exhausto, Padre, ayúdame a descansar, incluso a renovar mi juventud como las águilas. Dame también ese agudo sentido de visión que tienen algunas aves rapaces, para poder ver los prósperos años que se avecinan y que emanarán de éste, mi descanso. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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