Thursday, March 31, 2011

Mar | 31 | Piedras de Fuego

Palabra para meditar – ROCA

Ezequiel 28:14c
“Y caminabas una y otra vez sobre piedras de fuego.”

Piedras de Fuego

La vieja leyenda Celta dice que este santo en particular tenía poder sobre las bestias salvajes y especialmente, tenía poder sobre una vaca gigante que le era útil y que más bien parecía una versión antigua de camión U-Haul y lechero, todo en uno. Esta vaca en particular, estaba al cuidado de un lobo salvaje que un día llegó y se postró ante el santo, arrepentido y desesperado, ya que un Rey había pasado por allí y había matado a la que él debía custodiar. ¡El Rey colocó trozos del animal en una vasija para cocinarla, pero a pesar de la fuerza del fuego bajo la vasija, no pudo lograr que el agua hirviera! Fue entonces cuando el Rey se dio cuenta tanto del poder de Dios como de su culpabilidad por haber matado a la gran vaca del santo. Finalmente vino también él, igual que el lobo, y se postró delante del santo, ya que tanto él como los que lo acompañaban buscaban su perdón y su protección de la ira de Dios. San Brynach proveyó estas dos cosas y, para probar la eficacia de su palabra, Brynach resucitó a la vaca gigante de la muerte y la devolvió al cuidado del lobo salvaje. Debido a su gran devoción, magnanimidad y poder, el Rey dio a San Brynach tierras para levantar un monasterio y una iglesia, y también lo eximió del pago de impuestos... francamente, ¡quien no lo hubiera hecho! Es interesante, pero la misma tierra que le fuera dada es aquella donde un ángel del Señor lo había guiado previamente mientras oraba en el monte de su aparición. Ahora, este monte se llama ‘Carn Ingli’, o el Monte de los Ángeles. Sí, esta región maravillosa e incluso mística en el Oeste de Gales, en el cual alguna vez fueron labradas y acarreadas las rocas azules, mágicas y sanadoras del Neolítico que hemos llegado a conocer como Stonehenge, también fue el lugar donde los ángeles se habían posado y lo habían convertido en un ‘puesto de escucha’, un lugar de reunión; un lugar sagrado de negociación práctica entre el reino material y el espiritual. ¡Gales es un lugar extraño!

He observado en las Escrituras la fascinación y el deleite de Dios en las cosas materiales y en especial, en la piedra que no ha sido alterada, la piedra cuya forma se debe únicamente a esas cuatro herramientas distintivas bajo Su mando: El paso del tiempo, el agua, el viento y el clima. Los celtas dijeron: “Estas cuatro herramientas Divinas dan forma a las rocas y a las piedras que están de pie, y al formar una interfase entre el reino material y el espiritual, ¡ellas excavan conductos poderosos, crean lugares de interacción y permiten que el cielo toque la tierra!”
De igual modo, queridos amigos, Dios toma el paso del Tiempo, el Viento de la adversidad, el Agua de Su santificación y el Clima de nuestro peregrinaje para dar forma, como ha de ser, a Sus piedras vivas, Sus santos actuales, la iglesia de Su amado Hijo, para volverlos ‘puestos de escucha’ e incluso, un lugar de proclamación del poder, donde el cielo pueda tocar la tierra una vez más. Cuando las piedras vivas de Cristo y los sacerdotes del Dios Altísimo se reúnan dentro del círculo de Su amor, en ese momento y desde el interior de ese lugar sagrado, y desde el verdadero Reino del Hijo, ¡todo será posible y todo podrá suceder! Desde ese lugar incluso, quizá los lobos empiecen a cuidar de las vacas gigantes una vez más y los reyes de la tierra puedan venir a nosotros nuevamente, buscando sanidad, protección, poder y provisión.

Una vez más se están realizando excavaciones en Stonehenge con la intención de sacar sus secretos a la luz, mientras que la iglesia en estas tierras antiguas y de estas tierras antiguas, continúa en su horrible y risible declive. ¡Ya es hora de que lo material y lo espiritual, se “encuentren” una vez más, en la iglesia del Dios vivo!

Reflexiona: “Pero él respondió: Les aseguro que si ellos se callan, las piedras gritarán.” Lucas 19:40

Ora: Enciende un fuego bajo Tus piedras firmes, Oh Dios, cuyo calor abrirá nuestras bocas cual almejas para declarar abiertamente la más dulce alabanza al más grande Nombre en la tierra, sobre la tierra, y debajo de la tierra; y en ese gran Nombre del cielo, oramos confiada y justamente, y clamamos esta noche: ¡Jesús!


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