Wednesday, March 30, 2011

Mar | 30 | Aplastando las cucarachas de la complacencia de multitudes

Palabra para meditar – ESCURRIDIZAS

1 Samuel 18:7-9
“Y exclamaban con gran regocijo: Saúl destruyó a un ejército, ¡pero David aniquiló a diez! Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: A David le dan crédito por diez ejércitos, pero a mí por uno solo. ¡Lo único que falta es que le den el reino! Y a partir de esa ocasión, Saúl empezó a mirar a David con recelo.”

Aplastando las cucarachas de la complacencia de multitudes


¿Sabían que nuestros apetitos pecaminosos se turban cuando hay una reducción de la fuente de su sustento? Dicho de otro modo, cuando, comparado con como estaba esa fuente antes, se vuelve en cierta forma, inaccesible? Si esta turbación tambaleante, entonces manifestada en nuestros apetitos pecaminosos, no es desviada por medio de un acceso renovado lejos de la fuente del sustento, rápidamente puede convertirse en un temor estremecedor, y no sólo en eso, sino también en amargura, enojo, odio y, finalmente, en locura, porque los apetitos pecaminosos quieren, a toda costa, alimentarse de la fuente de su sustento. A toda costa.

El Rey Saúl era un observador de las multitudes; no, más que eso, el Rey Saúl complacía a las multitudes, estaba obsesionado por las multitudes; sus más pecaminosos apetitos ganaban fuerza y sustento con la voz de aprobación de las multitudes y por eso, cuando esta misma, grande, y alardeante masa humana, la fuente de su apetito pecaminoso, derramó su leche de alabanza más sobre David que sobre el malvado y triste Rey Saúl, ¡un serio problema se estaba gestando! Sí señor, delirante, demente y abierto a la locura demoníaca...así estaba el Rey Saúl bajo las brasas de su hambriento, aterrado, pequeño y pecaminoso corazón.

Me disgusta sobremanera leer sobre la vida del Rey Saúl, porque cuando lo hago escucho y siento a las escurridizas cucarachas escabulléndose de esa oscuridad que reside, todavía, tan dentro de mí, como si corrieran a ocultarse bajo las rocas de mi corazón de la luz de los terribles versículos que brillan con tanta claridad sobre ellas, y las muestra como lo que verdaderamente son: cucarachas negras llenas de estiércol. No obstante, esta exposición a la luz es un buen ejercicio y si la fuente de sustento de mis propios apetitos pecaminosos es removida, aunque sólo sean migajas, este buen ejercicio puede convertirse en uno beneficioso ya que mis apetitos pecaminosos comenzarán a morir en esta luz que emana de la Palabra.

Más aún, una vez reconocidos, estos mismos apetitos pecaminosos son inmediatamente aplastados bajo nuestros bien calzados pies. ¡O mucho mejor aún, los matamos rápidamente al pulverizarlos completamente! El reconocimiento con la confesión y el arrepentimiento siempre han sido las mejores fórmulas de exterminación para erradicar estas infestaciones pecaminosas. ¡Pruébenlo!

Aunque tal vez primero ustedes deban darse cuenta si hay una infestación. Por eso, permítanme que les pregunte esta noche, ¿qué ‘oscuridad’ se levanta en ustedes cuando son rebajados públicamente y en alguna manera son poco admirados? Sí, cuando el viento inconstante del cambio, como si fueran espigas de trigo, inclina las cabezas de las masas que alguna vez cantaron alabanzas por ustedes, hacia la dirección opuesta, ¿qué oscuridad se levanta dentro de ustedes como respuesta a eso? Predicador, Pastor, líder, mujer de renombre, ¿Qué oscuridad se levanta dentro de ti, cuando la multitud deja de darte el pan que, según tú, te mereces y siempre creíste que justamente debían darte?

Reflexiona: “Intentó clavarlo en la pared con la lanza, pero David esquivó el golpe de Saúl, de modo que la lanza quedó clavada en la pared. Esa misma noche David se dio a la fuga. Entonces Saúl mandó a varios hombres a casa de David, para que lo vigilaran durante la noche y lo mataran al día siguiente. Pero Mical, la esposa de David, le advirtió: Si no te pones a salvo esta noche, mañana serás hombre muerto.” 1ª Samuel 19:10-11

Ora: Mi Señor, mis apetitos pecaminosos siempre tratarán de asesinar al ‘Rey’ del amor desinteresado que reside en mi corazón. A pesar de mi repulsión por el sonido de las cucarachas escurridizas que escucho en el interior de mi alma, Señor, ¡envía tu luz! y con ella, también un par de botas grandes, y luego, mi Señor, envía tu poder y dame la determinación para que use mis pies para pisotear y aplastar lo que debo. Te lo pido en Tu precioso nombre. Amén y amén.


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